Los contenedores de residuos de las zonas de Maó en las que todavía no se ha implantado el puerta a puerta se han visto totalmente colapsados este fin de semana, dejando –justo en la en la época de más visitantes del año– imágenes de iglús desbordados, basura amontonada en la vía pública y desperdicios derramados sin control en las aceras. Las escenas, que han corrido como la pólvora por redes sociales, parecen propias de una huelga sin apenas servicios mínimos en el servicio de recogida. Sin embargo, según revelaron ayer desde el Consorcio de Residuos y Energía de Menorca, responden a la avería de los dos camiones que la empresa adjudicataria utiliza para vaciar los contenedores.
Justo en el momento del año en que se dispara la generación de basura por la gran afluencia de visitantes, FCC ha reportado al Consorcio de Residuos que el pasado jueves sufrió averías en sus dos vehículos de recogida para las zonas de contenedores. A las puertas del puente de agosto resultó imposible reparar de urgencia los vehículos, por lo que durante tres días prácticamente se ha interrumpido el servicio, si bien los operarios de la empresa han ido realizando algunas retiradas manuales para minimizar las consecuencias de contratiempo.
A medio gas
En el día de ayer ya pudo entrar en funcionamiento uno de los dos camiones averiados, aunque no con plena normalidad. Poco a poco, informan desde el ente, se irán retirando los desperdicios de la vía pública, que en estos días han generado numerosas quejas de vecinos no solo por la mala imagen que ofrecían los puntos de recogida, algunos ubicados en zonas frecuentadas por turistas, sino por los malos olores y la insalubridad de la situación, que se ha producido además en plena ola de calor.
Desde el Consorcio de Residuos no han sido ajenos a la situación que se vivía durante el puente de agosto y en un principio se llegó a pensar en otras causas, como el efecto combinado del aumento de la generación de residuos en la época de mayor presión humana del año y de la celebración de las concurridas fiestas de Sant Climent, que siempre demandan de una mayor presencia de vehículos y operarios del servicio de recogida.
Las imágenes también hacían pensar en un recrudecimiento del llamado turismo de basura –el traslado de residuos a puntos de contenedores de otros barrios– derivado de la implantación del puerta a puerta en buena parte de la ciudad. Pero en este caso el colapso no se ha debido a ninguno de esos factores –que sí que han contribuido a agravarlo– sino a fallos en la maquinaria de la empresa de recogida.
En menuda polcilga ha convertido Maó este alcalducho de poca monta aspirante a autócrata como su amo y señor.