La doctora Magdalena Perelló (Santa Margalida, 1983) compagina su trabajo como cardióloga, en el Hospital Mateu Orfila y en su propia consulta, con la divulgación médica. Muy activa en las redes sociales, en las que publica consejos para más de 150.000 seguidores entre Instagram y TikTok, ha escrito un libro, «Corazón sano», con el que busca acercar la salud cardiovascular a la población de una manera sencilla. Hoy se celebra el Día Mundial del Corazón y explica en esta entrevista cómo cuidarlo.
Cita en su libro una vivencia personal que le llevó a elegir su especialidad ¿cuál fue?
—Estaba acabando los estudios de Medicina cuando mi abuela sufrió un accidente cerebrovascular, un ictus. Fue un momento muy duro para mi familia y que a mí me marcó profundamente: me hizo entender lo valiosa y frágil que es la salud y que prevenir es la clave. En medio de esa tristeza y dolor, despertó en mí la vocación de ser cardióloga.
La frecuencia del ictus en menores de 45 años crece, ¿a qué puede deberse?
—Así es, las enfermedades cardiovasculares como angina de pecho, infarto de miocardio e ictus son la principal causa de muerte prematura en el mundo, y vemos que en jóvenes está aumentando. La causa más común es el estilo de vida: sedentarismo, estrés, mala alimentación, obesidad, tabaco y falta de sueño; el corazón refleja cómo lo cuidamos.
¿Hay un sesgo de género en el diagnóstico de problemas de corazón?
—Existe, claro, en mujeres los síntomas pueden ser más sutiles –cansancio, falta de aire, dolor en la boca del estómago, espalda o mandíbula–, y eso retrasa el diagnóstico y disminuye la supervivencia.Debemos aprender a reconocer que un infarto no siempre es el clásico dolor fuerte en el pecho.
¿Qué le motivó a escribir este libro y a ese trabajo en las redes?
—Lo hice para acercar la salud cardiovascular a todo el mundo, en mis redes sociales intento traducir la ciencia a un lenguaje sencillo y accesible. Creo que falta concienciación y siento la responsabilidad de poner el conocimiento médico al alcance de todos.
Se da por hecho que el corazón late siempre, hasta que llega un susto ¿qué señales pueden indicar que algo no va bien?
—El corazón nos avisa, pero solemos ignorarlo. Da señales como un cansancio excesivo, palpitaciones, opresión en el pecho o falta de aire, y no deben pasarse por alto. Normalizarlas retrasa el pedir ayuda y eso puede ser peligroso.
El libro contiene una parte científica y otra con historias reales, ¿son casos que ha tratado?
—Combina la ciencia más reciente intercalada con historias reales de mis pacientes, consejos y anécdotas de la consulta, siempre preservando la confidencialidad. En la primera parte se conoce cómo funciona el corazón, qué lo fortalece y qué lo enferma, entender cómo funciona es el primer paso para valorarlo y cuidarlo. También se exploran los factores de riesgo que, aunque parezcan invisibles, actúan en silencio durante años.
¿Da algunos consejos?
—En la segunda parte se exploran estrategias clave para proteger el corazón y mantenerlo sano, desde la alimentación, pasando por el ejercicio, el sueño, el manejo del estrés y otras herramientas que la ciencia ha demostrado que son eficaces. Y en la tercera parte muestro cómo convivir con una enfermedad cardiovascular, todo lo que ayuda a sobrellevarlo mejor; también hablo sobre la responsabilidad de la propia salud, incluyendo la importancia de los chequeos.
¿Por qué ese músculo que bombea sangre es también el centro del mundo emocional?
—En realidad, no solo es una bomba muscular que impulsa la sangre, también es el motor de nuestra existencia, lo mismo que el motor de un coche, cuando falla, todo se detiene. El corazón apenas pesa 300 gramos, como un puño, y es capaz de latir unas 100.000 veces al día y bombear más de 7.500 litros de sangre a todo nuestro cuerpo, pero más allá de su función física, también tiene un significado emocional y cultural. Es un símbolo del amor, el valor y la pasión, pero también de la tristeza, el miedo y el estrés, es un reflejo de nuestras emociones. Todo ello no es casualidad.
¿Cómo le afectan esas emociones?
— El corazón y el cerebro están conectados por señales nerviosas y hormonales que hacen que nuestro estado emocional influya directamente en su funcionamiento.Emociones positivas como la alegría y la felicidad tienen un efecto protector en la salud del corazón. La risa libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, y oxitocina, la hormona del placer, que relaja las arterias y reduce la presión arterial. Las emociones negativas mantenidas en el tiempo (ira, tristeza, ansiedad) incrementan el riesgo de infarto de miocardio. Además, tras un infarto, la depresión se asocia a peor pronóstico, menos cumplimiento del tratamiento y recuperación menos favorable.
¿Por qué ocurre todo esto?
—Porque las emociones no son solo estados de ánimo, generan cambios fisiológicos. En cardiología existe una entidad que lo refleja, la miocardiopatía de Takotsubo o ‘síndrome del corazón roto’, cuando un estrés emocional extremo –desamor, pérdida afectiva o trauma intenso–, o una situación adversa, como una catástrofe, simula un infarto de miocardio con todos los síntomas y alteraciones en las pruebas médicas.
Provoca un debilitamiento temporal del músculo cardíaco, con pérdida transitoria de su función; el corazón reacciona ante el dolor emocional de forma desproporcionada. Afortunadamente la mayoría de los pacientes se recuperan con el tiempo y con el apoyo de medicación.
El tipo de vida actual, ¿favorece o perjudica el corazón?
—Vivimos más, pero no siempre mejor. Hoy tenemos mejores tratamientos, pero sufrimos más estrés crónico, dormimos peor y abusamos de los ultraprocesados y las comidas preparadas. Aunque hay menos fumadores y más conciencia sobre el ejercicio, la epidemia de obesidad y diabetes está disparando el riesgo cardiovascular. Nuestro corazón paga ese estilo de vida, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo, muertes prematuras y prevenibles modificando nuestro estilo de vida.
¿Cuáles son sus consejos fundamentales?
—Moverse cada día, cuidar lo que comemos, priorizar alimentos naturales y variados; dormir bien y gestionar el estrés son pilares básicos. Además, evitar el tabaco, moderar el alcohol –mejor si no se consume–, y realizar revisiones médicas periódicas. Son decisiones sencillas, pequeños gestos diarios que, sumado, protegen la salud del corazón y reducen hasta un 80 por ciento el riesgo de sufrir un infarto o ictus.
No hemos de cosificar a las personas gordas, no decirles que adelgacen, eso es ir en contra de su percepcion de si mismas. No seamos gordofobicos. Que tenemos un sistema de salud al que le sobra dinero parar atender a fumadores, porretas y gente obesa.