Ocurrió con el aceite de oliva virgen, máximo exponente de la cocina mediterránea, al que el algoritmo del modelo Nutri-Score concedió una C (tras las quejas de los productores actualmente se califica como B), y ahora el modelo de etiquetado promovido desde Francia perjudica al queso Mahón-Menorca, que obtiene una E, la más baja en cuanto a valor nutricional, cuando se empaqueta y vende en algunas grandes cadenas de supermercados.
El semáforo se pone en amarillo para un superalimento como el AOVE y en naranja y rojo (D o E en las etiquetas) para el producto estrella de la Isla, el queso elaborado solo con leche, fermentos, cuajo y sal, mientras que para una coca-cola zero se enciende la luz verde y se le concede la letra A. En primer lugar, advierten los nutricionistas, el semáforo evalúa productos de igual categoría, galletas con galletas o pizzas con pizzas, y el primer error es pensar que señala alimentos mejores que otros, o que el queso puede entrar en una comparación con un refresco azucarado.
Aún así el semáforo sirve de guía a muchos consumidores que buscan una alimentación saludable y en algunas cadenas que han implantado este sistema de etiquetado –es una decisión empresarial, ya que es voluntario–, notan cómo suben las ventas de productos A y B en detrimento de los clasificados como D y E.
La revista Consumer cita un estudio de la Escuela de Alimentación de la Fundación Eroski, que analiza la evolución de las ventas de los alimentos de marca propia del grupo, y señala que en los productos de consumo diario un 79 por ciento de los vendidos en 2023 llevaban la etiqueta A o B. Luego el etiquetado tiene efecto en la cesta de la compra pese a que la Academia Española de Nutrición y Dietética advierte de que el sistema «sin ser malo, tiene carencias», e incide en la necesidad de incrementar la educación nutricional.
«El Nutri-Score hace que sea más fácil elegir pero no es correcto, hay cereales o cacao en polvo con demasiado azúcar que obtienen una buena calificación», asegura la dietista-nutricionista Marta Seguí, «nació como una herramienta para ayudar, si no lees las etiquetas, pero mi consejo a los consumidores es que no se dejen guiar por el semáforo, no vale la pena, es mejor leer los ingredientes de los productos, eso es lo que hay que hacer», subraya.
Hay que buscar en el etiquetado, explica esta profesional, y «tener en cuenta que el producto tenga ingredientes reales y que conoces», insiste, ya que hay alimentos empaquetados que no tienen ni el 60 por ciento del ingrediente del que toman el nombre, rellenando el resto con aditivos o almidones, y como ejemplo está el jamón cocido.
«Es totalmente natural»
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen (CRDO) del queso Mahón-Menorca es conocedor de esta mala calificación de un producto que no lleva ni aditivos ni químicos, a priori sano aunque eso sí, consumido con moderación debido a los niveles de grasa y sal, que son los que le relegan a la categoría de poco saludable.
Carol Quevedo, gerente del CRDO, no es favorable al Nutri-Score, «si no se explica bien puede generar rechazo al consumidor, cuando el queso menorquín es totalmente natural». Para Quevedo, quien señala que el Consejo no ha tomado aún medidas para intentar variar esta clasificación, el semáforo «da información en negativo de un producto que no lo es».
La sal, explica, se ha reducido actualmente en el proceso de fabricación del queso pero antaño, explica, «era su sistema de conservación». La etiqueta solo puede afectar a las queserías que suministran a los supermercados que se adhieren a este modelo, que defiende la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, dependiente del Ministerio de Consumo.
Sin embargo, la Academia de Nutricionistas, que engloba todos los colegios profesionales, apunta que la industria también usa el propio algoritmo de Nutri-Score para reformular alimentos con menor valor nutricional y venderlos como alimentos más saludables. Reducen ingredientes críticos como la sal y así mejoran la puntuación, por ejemplo, de un snack, y este puede aparecer como alimento saludable, comparado con otros de su gama, cuando no lo es.
Luz verde, por contra, para cereales infantiles con altos niveles de azucar
Cereales de chocolate con 22,4 gramos de azúcar en su composición media obtienen una A en el semáforo de Nutri-Score, el color que los consumidores asocian a un alimento saludable, cuando es un ultraprocesado. Un estudio de Fitstore.es destapa que numerosos cereales infantiles con elevados niveles de azúcar obtienen puntuaciones favorables en Nutri-Score, que sobre todo penaliza ciertos nutrientes como la sal, «dejando fuera un análisis más profundo de la calidad real del alimento». Es un sistema «fallido», asegura, «apoyado por gobiernos y multinacionales diseñado para simplificar al extremo».
JousQue tindrà a veure ses conspiraciones judeo-masóniques amb s’alimentació. Jous, crec que t’ho has de fer mirar. O no t’has press sa medicación, o…. fes-t’ho mirar, en serio !.