Joan Suau es un menorquín de 67 años al que hace cuatro, en el filo de la jubilación, le fue diagnosticada diabetes tipo 1. En un principio, para tener control y constancia de mantenerse en los niveles de glucosa en sangre se pinchaba en un dedo, el sistema clásico y rudimentario que dio paso, hace algo más de año y medio, a uno más tecnológico, a priori también más cómodo e igualmente fiable: un sensor del fabricante británico Abbott Diabetes Care Ltd.
Sin embargo, la eficacia del mismo, especialmente en sus versiones Freestyle Libre 2 y Freestyle Libre 3, «deja mucho que desear», según sufre y confiesa el propio Suau en estas páginas, en que denuncia que el sistema en su teléfono «casi nunca avisa cuando me baja el azúcar», que en esencia es su finalidad, y con el riesgo que eso entraña para su salud y su propia vida incluso.
Significar que la función del sensor en cuestión es escanear –a través del móvil– y ofrecer un monitoreo de los niveles de azúcar en tiempo real, además de incorporar alarmas de aviso. Se coloca el sensor en la parte posterior de un brazo, luego el aplicador, que se presiona con firmeza hasta que el sensor queda correctamente encajado.
«Al principio no iba del todo mal, a veces no te daba señal, pero más o menos funcionaba», evoca Suau. Pero luego, «al pasarme al Freestyle Libre 2», teóricamente una versión mejor, y «que en lugar de escanearte, solo entrando en la aplicación ya te marcaba la glucosa», el seguimiento empeoró sensiblemente.
¿Qué pasaba?, pues «que el teléfono se quedaba sin señal y no me avisaba si me bajaba el azúcar», detalla Joan Suau, lo que equivalía por tanto a un riesgo, y no menor, de poder fallecer.
Explica que, a modo de solución, lo que empezó a hacer –y aun hace– fue acostarse por la noche con un nivel de glucosa alto, «y si estoy a 130 o 140, me llevo unas chuches a la cama... antes me avisaba, me despertaba y me tomaba un zumo, pero ahora, esa es la única solución; prefiero una subida hasta 300, por ejemplo, que no una bajada...». Y la transición al Freestyle número 3, «ha sido casi peor que el 2», lamenta.
«No avisa nunca»
«No me avisa nunca, si me quedo sin señal debo reiniciar el móvil... cuando veo que ya no hay manera, pues me pincho y me miro la sangre... pero bueno, si eso lo hacen para justamente evitar que te pinches, al menos que lo hagan bien», anota Suau.
Hace algún tiempo hizo una llamada de consulta al propio fabricante, Abbott, además de otros contactos posteriores, «y me dicen que el problema es que mi teléfono, un Android, no es compatible con la aplicación». «Les respondí que lo actualizaran, para ellos no supone un gran trabajo, además yo no puedo comprarme según qué teléfono», explica Joan Suau, que asegura que lo que él padece con esta aplicación, «le ocurre a más gente».
«De momento no he tenido ningún percance grave, porque cuando tengo el azúcar bajo suele ser de día, estoy despierto, y de noche ya me ocupo de tenerlo alto, pero no es el sistema adecuado», concluye.
Hola buenos días precisamente ayer estuve hablando con Abbot nuevamente e insisten en que el móvil no es compatible y yo les respondí que en lo único que no es compatible es en que no avisa al tener la glucosa baja por lo demás en teoría si hay señal es compatible ni ellos mismos saben lo que dicen, además otra cosa que quiero que se sepa en el año 2023 en baleares se distribuyeron unos 65.000 sensores aproximadamente para unos 2.400 pacientes con un coste aproximado de unos tres millones de euros por lo tanto me parece absurdo que estos sensores tengan fallos.desde aquí insto al gobierno balear que es el que contrata a estás empresas que tomé cartas en el asunto porque yo voy a seguir luchando mientras mi cuerpo aguante buenos días