Resulta complicado determinar con qué finalidad Elizabeth Pimentel Montilla puso su móvil a grabar aquel día de junio del año pasado en que perdería la vida después de una noche de juerga y excesos con su marido y una amiga llegada desde su país natal, Venezuela, apenas una semana antes.
El contenido de las largas horas de grabaciones de audio que recogió el teléfono de la víctima ha sido determinante para que la investigación de la Policía Nacional haya concluido que Eduardo Enrique E.R., había matado a su esposa con premeditación.
La recuperación de las conversaciones de la mujer, el marido y la amiga, conseguida en los laboratorios del CNP, han permitido escuchar que el hombre indicaba a otra persona, supuestamente la amiga, que la dejara morir cuando esta se hallaba ya agonizante en el jacuzzi en el que perecería ahogada después del paro cardiaco provocado por las drogas -0,44 gramos de MDMA y 1,71 de alcohol-, como informó este diario en octubre del año pasado.
Ese fragmento de la conversación motiva que la amiga de la víctima tenga que volver a declarar cuando sea localizada en su país. La Policía mantiene la investigación abierta que ahora pasa por conocer si esta mujer de 37 años ratifica lo que dijo en su día y cómo responde ante el vuelco que ha dado la investigación para determinar si estuvo implicada de alguna forma en el presunto asesinato.