Esgrimió que quería a las dos hijas de su pareja, que les había cogido cariño y cuidaba de ellas porque la madre trabajaba muchas horas, y que incluso la ayudó económicamente para que las trajera de nuevo desde su país natal, Bolivia. Fue la declaración este viernes del hombre de 40 años, también boliviano, que se enfrenta a una condena de 16 años de prisión como presunto responsable de haber abusado de las chicas entre 2010 y 2013 cuando era pareja de su madre, en el domicilio que compartían en Maó.
El acusado, ante Diego Gómez Reino, Magistrado Juez de la sección segunda de la Audiencia Provincial desplazada a Maó, deslizó que el motivo de la denuncia por unos hechos que negó categóricamente entre lágrimas, obedecía a una venganza de la madre por haber informado él a sus hijas que ella tenía una vida licenciosa y no les prestaba la debida atención.
El hombre aseguró que tras conocer la denuncia, de la que le informó la madre de las presuntas víctimas, cuando él se hallaba en Bolivia, «decidí venir enseguida para dar la cara y defenderme de algo que es completamente falso».
Las chicas, que hoy ya son mayores de edad, se ratificaron en la denuncia puesta por su madre a principios de 2018. En ocasiones los cuatro compartían la misma cama para protegerse del frío y el acusado lo aprovechaba para cometer, presuntamente, dos delitos de abuso sexual con acceso carnal sobre una de las menores que entonces tenía 11 años, con el agravante de continuidad al menos en 10 ocasiones y en otros lugares. También habría realizado tocamientos a su hermana melliza hasta que en 2013 las dos regresaron a su país por la situación económica de su madre.
Esta explicó que el hombre era muy celoso, que había decidido poner el final a la relación aunque él seguía viviendo en casa ocupando el sofá. Dijo que nunca tuvo conocimiento de los presuntos abusos a sus hijas hasta que estas se enteraron años después, de nuevo en Menorca, de que su madre volvía a mantener una relación con aquel hombre. «Me dijeron que cómo podía haber vuelto con él si era un violador, un pederasta que iba con menores», señaló, para acabar diciéndole una de sus hijas poco después que él había violado a su hermana en varias ocasiones, lo que originó la inmediata denuncia de la madre.
La mujer reconoció que el acusado en la primera etapa de su relación cuidaba de las niñas, les hacía la comida y las recogía del colegio porque ella trabajaba muchas horas, aunque deslizó que ahora piensa que lo hacía no porque las quisiese sino por aprovecharse de una de ellas, especialmente, para quedarse a solas.
El juicio tuvo que suspenderse antes de las conclusiones finales porque el tribunal debía regresar a Palma.