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Condenan a la dueña del perro por el grave ataque a un vecino de Es Migjorn

Pagará 6.623 euros a la víctima como responsable de un delito de lesiones por imprudencia

El hombre necesitó 25 puntos de sutura en su brazo, a la altura del codo, donde sufrió el virulento ataque.

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La mujer dueña de un perro Pitbull Terrier, que el pasado 14 de mayo mordió gravemente a un vecino de su comunidad en Es Migjorn, ha sido condenada como responsable  de un delito de lesiones por imprudencia, tras un acuerdo de conformidad con la acusación y el fiscal. Pagará una multa de 720 euros e indemnizará a la víctima, un hombre de 44 años de edad, con 6.623 euros, por las lesiones que le causó.

El hombre se vio sorprendido por el ataque del animal en la entrada del edificio. El perro se abalanzó sobre él y le mordió su brazo a la altura del codo sin que se soltara a pesar de los esfuerzos de la dueña, una joven de 20 años. Tuvo que ser trasladado en ambulancia al Hospital Mateu Orfila, donde fue intervenido quirúrgicamente para limpiar las profundas heridas que le había dejado el perro alrededor del brazo. Permaneció ingresado hasta el miércoles siguiente pero apenas un par de días después tuvo que volver a ser ingresado debido a una infección en la herida. Le aplicaron 25 grapas para suturar los cortes que le hicieron los colmillos del pitbull.

El hombre denunció los hechos ante la Guardia Civil pero el juez sobreseyó la denuncia en primera instancia puesto que desde el 2015 el Código Penal ya no estima que una mordedura de animal sea un delito. La abogada de la familia, Carmen Pecharromán, recurrió al auto de sobreseimiento porque considera que sí se trataba de un delito de lesiones por imprudencia temeraria ya que el perro no llevaba bozal, carecía de seguro, y no estaba en el registro de perros potencialmente peligrosos.

El apunte

‘Zari’, el pitbull Terrier, fue sacrificado tras otro episodio reactivo con un cuidador de la perrera

«Zari», que así se llamaba el Pitbull Terrier, de 4 años, fue sacrificado aproximadamente un mes después de que el animal atacara a un vecino de Es Migjorn. La dueña del perro lo entregó voluntariamente a la perrera municipal de Maó donde pasaba la cuarentena. Aunque en un principio se adaptó bien al lugar, un día tuvo otro episodio reactivo con uno de los cuidadores al que no lastimó porque iba protegido. La directora del centro, dados los precedentes, y para salvaguardar la seguridad de cuidadores y funcionarios, decidió que fuera sacrificado.

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