El Ministerio Fiscal solicita una condena de dos años y tres meses de prisión para un policía nacional que se extralimitó en sus funciones el 21 de junio de 2024, en la gasolinera de la avenida Josep Anselm Clavé, de Maó. El agente coaccionó a un usuario de la estación de servicio al que llegó a amenazar apuntándole con su arma reglamentaria pese a que iba de paisano, sin que aparentemente hubiera motivos para esa reacción.
El agente será juzgado próximamente por un delito de coacciones, con el agravante del cargo público que ostenta al ser, además, miembro de una de las Unidades de Prevención y Reacción (UPR) que la Jefafura Superior de Policía desplazó a Menorca aquel mes, desde Madrid, para reforzar la seguridad de las fiestas de Sant Joan y actuar en zonas de ocio de la Isla.
El escrito de acusación de la fiscal coincide con la denuncia que puso la víctima del presunto delito, refrendada por las imágenes de la cámara de vídeo de la estación de servicio. Esa denuncia y la apertura de diligencias dieron paso a que la propia Policía Nacional investigara el caso con la apertura de un expediente, a la espera de lo que se resuelva en el juicio que será señalado en fechas próximas.
El acusado observó como uno de sus compañeros, también de paisano, que se hallaba en el túnel de lavado de la gasolinera limpiando un furgón policial, requería la documentación al conductor de un vehículo particular por una posible infracción de tráfico cuando aquel estaba utilizando su teléfono móvil y le pedía que dejara de hacerlo. El particular, sin embargo, se negó a obedecerle ya que estaba en la estación aguardando su turno para lavar su vehículo.
Fue entonces cuando el procesado, extralimitándose en el ejercicio de su función policial, se dirigió al coche del particular por la puerta del copiloto, mientras su compañero permanecía al otro lado. Abrió su riñonera y golpeó el cristal de la ventanilla indicándole al usuario que la bajara. Cuando aquel la hubo abierto, el policía nacional sacó la pistola reglamentaria de su bolso e introdujo parcialmente el cañón del arma por el hueco de la ventanilla apuntando directamente al conductor al que exigió que se bajara del coche ante la sorpresa y el temor del ciudadano que no tuvo más remedio que salir del vehículo reclamando explicaciones por lo sucedido y preguntándole si estaban locos. Los agentes acabaron solicitando la presencia de la Policía Local que acudió minutos después.
El hombre acabó siendo denunciado por hablar con el móvil circulando con el coche dentro de la gasolinera. Los policías nacionales también levantaron acta contra él por falta de respeto y desobediencia.
En el caso de que sea declarado culpable, el agente también puede quedar inhabilitado para el ejercicio de su profesión durante el mismo tiempo de la condena.
Me parece muy bien que haya unanimidad en condenar la actitud del agente. Lo que veo que nadie comenta, quizá porque no les afecta o quizá porque se ha convertido tristemente en una práctica habitual, es el uso del móvil mientras se conduce, se accede a una gasolinera, etc, etc., con el riesgo que ello implica. Todo el tiempo tenemos que ver a los conductores de todo tipo de vehículos hablando con el teléfono pegado a la oreja, con el teléfono apoyado en el volante contestando mensajes de chat, etc, etc. Y ellos tan contentos atentando contra la vida del resto de conductores y viandantes (porque su propia vida a la vista está les importa poco), y eso por lo visto no os molesta. No sé, llamarme loca, pero agradezco no vivir en un país donde el uso de armas está generalizado porque quizá yo misma le sacaba un arma a algún descerebrado de estos.