Ciutadella conmemoró ayer los 462 años del asalto otomano a la ciudad con un programa de actos del todo inusual, reducido y abreviado por la pandemia de la covid-19. La celebración del 9 de Julio no contó con la tradicional conferencia académica, ni tampoco con la ofrenda al pie del obelisco de la Plaça des Born. Tampoco se celebró donde acostumbra, en el Saló Gòtic, sino en el patio de Can Saura, aunque en este caso por el inicio inminente de las obras de rehabilitación del Reial Alcàsser.
Constreñidos a ese nuevo emplazamiento, los actos municipales de conmemoración de S'Any de sa Desgràcia se limitaron a la lectura del Acta de Constantinopla sobre los hechos ocurrido durante la defensa y caída de la ciudad en aquel verano de 1558, a cargo de Manuel Barcia Bonet, y al discurso institucional de la alcaldesa del municipio, Joana Gomila, quien destacó en primer lugar que la conmemoración del 9 de Julio de 2020 «quedará inscrita con letras de excepcionalidad».
Gomila defendió en su alocución que el Ayuntamiento de Ciutadella «ha actuado decididamente desde el inicio de la crisis sanitaria en poner en marcha iniciativas para proteger a la ciudadanía, y ha aplicado las medidas necesarias para minimizar los riesgos de contagio, con la atención social a las personas vulnerables como eje prioritario». También hizo un llamamiento a la ciudadanía para que «no nos relajemos».
La alcaldesa puso el acento en la necesidad de impulsar la reactivación económica y señaló a la conectividad aérea y marítima como pilares básicos de esa reactivación. En ese sentido reclamó al Govern, al Gobierno y a la Comisión Europea que se establezca una OSP en la ruta aérea con Barcelona para fijar «precios asequibles y no abusivos con una tarifa máxima y una capacidad y frecuencias mínimas».