Después de un 2020 en blanco «para el olvido» los feriantes de Balears empiezan a levantar la cabeza, aunque muy poco a poco. «Este año vamos un poco más desahogados pero estamos en la misma línea», reconoce Bernardo Bisquerra, secretario de la Unión de Atracciones Diversas en Balears. El panorama no está para tirar cohetes pero al menos han podido retomar la actividad después de un año en el que la única ayuda que recibieron, vía la Conselleria de Turismo, fue de 3.000 euros por empresa o autónomo.
La acuciante situación propició que hace unos meses la patronal mantuviera una videoconferencia con todos los Ayuntamientos de Menorca. Un encuentro provechoso que se saldó con el acuerdo de que las atracciones visitaran los municipios con la condición que no coincidieran con las fiestas patronales. Es Mercadal fue la primera parada pero cuando el calendario marcaba el turno de Ciutadella, la cosa se torció. El aumento de contagios tras Sant Joan obligó a aplazar una cita que finalmente arrancó este miércoles (y se prolongará una semana) en la calle Industrials, en POICI.
Allí se ha instalado una feria alternativa, o más bien como señala Bisquerra, «un montaje de atracciones» con aproximadamente una decena de elementos, un 75 por ciento menos de lo que suele ser habitual. Y como es normal, los ingresos también son menores. De media están recaudando entre un 15 y 20 por ciento de lo que sería habitual. «Estamos contentos porque lo del año pasado fue catastrófico, ahora de lo que se trata es de sobrevivir», resume el secretario. Un respiro para el sector y un aliciente para la economía de los pueblos: «En todos los sitios en los que hemos estado nos dicen que notan nuestra llegada, los comercios también lo agradecen».
La buena noticia es que en el tramo final del verano las visitas a los pueblos sí que coincidirán con las fiestas patronales. El calendario que se maneja actualmente, sujeto a cambios, es el siguiente: Ferreries (del 19 al 25 de agosto), Sant Lluís (del 26 al 30) y Maó (del 31 de agosto al 9 de septiembre), siempre en horario de tarde.
Cabe destacar que la visita de los feriantes este año se ha llevado a cabo de una forma un tanto discreta, sin demasiada promoción con el objetivo de evitar grandes aglomeraciones. Si la seguridad es una prioridad en el sector, este año más que nunca. «El tema es no crear un efecto llamada», señala Bisquerra, quien reconoce que el objetivo es atraer al público familiar e infantil y evitar a toda costa el de botellón.
Todo para el buen funcionamiento de unas ferias diferentes, con distancia de seguridad (1,5 metros) y desinfección prácticamente cada viaje. «No esperamos a que la gente se ponga el gel, se lo damos nosotros», recuerdan desde la patronal. Entre otras medidas adoptadas figura la de pinchar temas musicales más tranquilos de lo que suele ser habitual y con menos decibelios. También se ha pagado una grabación de voz para que cada 15 minutos se recuerden las normas sanitarias «y nadie baje la guardia» en unas ferias diferentes.