Está claro que no es una feria como las de antes, aunque en el fondo se parece bastante. La de Sant Antoni es la gran cita anual en Ciutadella dentro de ese sector, y tras la suspensión del año pasado, este viernes volvió a abrir sus puertas. Como era de esperar lo ha hecho adaptándose a las circunstancias. La principal diferencia es que, por motivos de seguridad, el Ayuntamiento ha establecido un circuito para evitar aglomeraciones; es decir, se tiene que visitar la feria, ubicada entre las plazas de Ses Palmeres y Federico Pareja, siguiendo una ruta circular. Además, habrá personas encargadas de que vigilar que se cumplan las normas básicas de seguridad, entre ellas que se visite siempre con la mascarilla.
Durante este sábado y domingo no habrá control de aforo, pero la concejala responsable de Ferias y Mercados, Sandra Moll, avanza que sí se controlará el lunes, el día festivo en el que habitualmente se producen una mayor concentración de personas en ese tramo de la Contramurada por la mañana. El aforo máximo calculado para esa jornada será de 300 personas y desde el Consistorio, Moll hace un llamamiento a la ciudadanía para que se cumplan todas las normas y así «poder disfrutar de un Sant Antoni con garantías».
En ese sentido, la edil sostiene que «no podemos esperar a que no haya covid para recuperar este tipo de eventos; tenemos que adaptarnos a las circunstancias. Esta feria nos puede servir como prueba para ver cómo funciona, comprobar si la gente responde y si así fuera aplicar las medidas a otros eventos a lo largo del año».
A la expectativa
Por el momento, la respuesta de los feriantes ha sido buena. Prueba de ello es que los inscritos rondan la treintena, en la línea de antes de la pandemia, con un par de bajas de última hora por culpa del virus. La mitad comerciantes locales y el resto desplazados principalmente desde Mallorca y Catalunya. La oferta se mantiene prácticamente, pero la incógnita es cómo responderá el público.
La feria arrancó este viernes a medio gas, como suele ser habitual, pero sin el tradicional paseíllo de las autoridades para celebrar la inauguración. Si los puestos menorquines han aguantado el tirón en los últimos tiempos gracias a los mercados agrarios y veraniegos, los que vienen de fuera parece que lo han pasado algo peor. Así lo explica Roger Blanco, que ha viajado desde Barcelona con su puesto de venta de quesos. «Lo estamos pasando realmente mal, no nos han dejado trabajar», relata. Está contento de regresar a Ciutadella, como viene haciendo ya desde años atrás, pero considera que las medidas de seguridad que se han tomado son «absurdas» y que probablemente ahuyenten a la gente. En ese sentido señala que está «más que comprobado que al aire libre no hay transmisión de la covid».
Luis Hierro, llegado desde Mallorca con su puesto de gominolas, frutos secos y patatas fritas, es probablemente uno de los decanos de la Fira de Sant Antoni en Ciutadella. Dice que la vista desde hace 20 años y ha visto todo su proceso de crecimiento. «Estamos desesperados por trabajar», confiesa el feriante, quien lamenta que su sector haya sido «el último» al que se le ha permitido volver a la normalidad. «El pasado mes de octubre asistimos a la primera feria en prácticamente dos años», lamenta.
Hierro aspira a repetir la caja de 2019, pero su preocupación va más allá en el calendario. El empresario tiene la vista puesta en la celebración del Dia de les Illes Balears, el 1 de marzo, «cuando solemos hacer el 30 por ciento de la facturación de todo el año.
La buena noticia es que pese a todavía se espera una jornada fría para este sábado, la temperatura comenzará subir ligeramente el domingo y el lunes; y lo mejor de todo, no hay previsión de lluvia.