La Avinguda del Pare Huguet se convirtió un año más en el centro de atención en los prolegómenos de la celebración de las fiestas patronales de Sant Llorenç. Fue en ese lugar donde el alcalde de Alaior, José Luis Benejam, acompañado por toda la corporación municipal y con numeroso público como testigo, se encargó de pronunciar el saludo de bienvenida e introducir al pregonero de este año, Basilio Guerra, un empresario local con una larga trayectoria dedicada a la industria turística.
Una invitación a ser el protagonista del inicio de las fiestas que Guerra reconoció como todo un honor no exento de responsabilidad. Ocasión que aprovechó para dar salida a «un río de recuerdos de mis años vividos en Alaior, de aquellos Sant Llorenç que viví de pequeño, de mis padres, mi familia...». Un repaso a una trayectoria vital, en parte recogida ya en dos libros de su puño y letra («Recuerdos», en dos entregas).
Un pregón narrado en una decena de capítulos, el primero de los cuales nos llevó hasta 1946, el año de su nacimiento, aunque sus primeros recuerdos llegarían más tarde, «cuando tenía 5 o 6 años, caminando hacia Cas Hermanos». Continuó la historia con una palabras para sus padres, de quienes explicó brevemente sus orígenes, para luego rememorar un momento clave en su vida, cuando con tan solo 14 años, sin ver claro su futuro en la Isla, se trasladó a vivir con unos familiares a Mallorca.Allí aprobó una oposición para trabajar como botones en el Banco Hispano Americano, trabajo que combinó con su carrera en el fútbol, otra de las grandes pasiones de su vida.
Mención especial requiere el apartado dedicado a Sant Llorenç. «Cuando era un niño, la fiesta era nada más para los de Alaior; pasados los años, fueron viniendo menorquines de otros pueblos y hoy ya es una fiesta internacional», apuntó el pregonero, quien hizo mención especial a los dos años que el Barça visitó el pueblo por Sant Llorenç para jugar contra el Alaior... «De ahí que yo sea del Barça, por cierto, el Real Madrid nunca ha venido a jugar aquí», recalcó.
Continuó el pregonero relatando sus diferentes etapas profesionales y como deportista. Aprovechó para compartir con los asistentes aquello de lo que se siente más orgulloso en la vida, sus padres y hermanos, así como de la familia que ha creado junto a su esposa. «Y como no podía ser de otra forma, estoy muy orgulloso de este pueblo donde nací y me formé, de los valores que aquí aprendí y del ejemplo de hospitalidad que tanto le caracteriza».
En el tramo final de su intervención quiso dirigirse a los más jóvenes, concretamente a los de Alaior y Menorca. «De ellos depende el futuro inmediato y son ellos los que tienen la responsabilidad de hacer un mundo mejor. Tenéis que ser respetuosos con el medio ambiente, nuestro planeta necesita que le cuiden, ya le hemos hecho demasiado mal». Rememoró en ese sentido cómo él tuvo que partir en busca de un mundo mejor, «vosotros, gracias a Dios, tenéis muchas oportunidades sin dejar esta isla tan preciosa, pero si tenéis que salir, no tengáis miedo de hacerlo».
En la contraportada de uno de sus libros se puede leer la siguiente frase: «Vuela alto, vuela lejos, pero no olvides regresar al lugar al que perteneces», «y eso es lo que he hecho», confesó el pregonero en la despedida: «Mis raíces son profundas y muchas de ellas están enterradas aquí (...) Me fui con 14 años, pero parte de mí no se ha movido, nunca me he ido del todo».
Terminado el pregón, tomaron el relevo los actos protocolarios: las primeras notas del fabiol, la entrega de bandera al caixer fadrí y el homenaje a Josep Carreras Palliser y Bartolomé Pons Riera por sus 25 años de participación en la qualcada. Acabado el acto, se llevó la enseña hasta el Ayuntamiento, una señal de que la fiesta ya estaba en marcha en Alaior, como posteriormente quedó claro con el Espectáculo de Sant Llorenç con la orquesta Huracán al frente.