El Ayuntamiento de Maó ha elaborado un anteproyecto para ‘recuperar’ la Sala Augusta, inaugurada hace 75 años pero sin uso y cerrada desde 2003.
El objetivo para con el emblemático edificio que se alza en los aledaños de Es Freginal, que a lo largo del medio siglo en que ha estado operativo, entre 1950 e inicios de los 2000, ha albergado desde ciclos de cine hasta representaciones teatrales y artísticas, bailes de carnaval o reuniones de índole social como asambleas vecinales y mítines políticos, es convertirlo en un espacio polivalente y orientado hacia un enfoque plenamente «cultural», según explica el alcalde de la ciudad, Héctor Pons.
El lugar, que deberá ser necesariamente sometido a una rehabilitación integral, tanto por el avanzado estado de abandono que presenta como por las numerosas mermas que advertía su estructura original en cuanto a normativa de seguridad en edificios públicos se refiere, no experimentará, «en ningún caso», una reforma faraónica y sí la pertinente para responder «a las necesidades de los ciudadanos» y a un perfil de recinto práctico y de «uso fácil y diario».
En ese contexto trabaja desde hace alrededor de un año el consistorio mahonés, lo que le ha permitido poder esbozar una primera propuesta que en el decurso de la semana previa trasladó, en un par de reuniones, a diversos colectivos del gremio cultural de la localidad.
Entidades
En ese marco, los Geganters, Joventuts Musicals, Casa de Andalucía, La Galatea, la Banda de Música o Mendó Batucada, por citar algunas que carecen de local o sede propia, podrían ser entidades que se alojaran en la remozada Sala Augusta.
Aunque todo eso dependerá de la evolución de los acontecimientos. No en vano, cabe recordar que a lo largo de los últimos dos decenios han sido diversos los intentos por revitalizar el espacio, primero como una suerte de apéndice del Teatre Principal, y en lo que se reiteró un tiempo después, pero que se desestimó esencialmente por falta de financiación –en 2004 se detectaron serios problemas estructurales en el inmueble que encarecían de modo exponencial cualquier intento de reforma.
Ubicar allí el Conservatorio o apostar por una reforma total –ya con un planteamiento eminentemente cultural– fueron otras opciones, que no las únicas, que entre 2008 y 2022 se contemplaron para el lugar, lo que tampoco cristalizó por un idéntico y ancestral denominador común; falta de dinero. Como botón de muestra al respecto, la subasta para construir el Conservatorio quedó dos veces desierta, en 2019 y en 2022.
Poco después, lo que nos traslada a tiempos recientes, Ayuntamiento y Govern alcanzan un acuerdo –de palabra– que debe, así lo aguarda en esta oportunidad Héctor Pons, materializarse en proyecto formal en relación a la Sala Augusta.
Es lo que ha impulsado este anteproyecto, al que ha sido paralelo una limpieza exhaustiva de la finca, que ha incluido la retirada de vieja maquinaria y de kilos de basura y suciedad –recordar que hace unos meses la sala fue incluso okupada y se prendieron varias hogueras en el patio e interior de la misma– si bien en principio no existe amenaza de derrumbe.
Este pliego de intenciones que Héctor Pons y su concejal de Cultura Carlos Uhler esperan que alrededor de junio de 2026 resulte en un proyecto ya redactado, enmarca, entre otras intenciones, uniformar el piso que acoge el auditorio y que presenta cierta inclinación, y retirar también las butacas, que se podrán recolocar cuando sea necesario. El escenario no se tocaría.
En lo que atañe a esta y al resto de estancias (la obra afectará a 1.000 metros cuadrados de superficie), se construirán nuevos lavabos y se derruirán una serie de tabiques que permitirán ganar y aprovechar espacios. La intención es que el lugar disponga de una sala diáfana de unos 100 metros cuadrados, y unos ocho locales, de entre 18 y 31 metros cuadrados, que darían cobijo a las entidades –y algunos podrían ser compartidos por más de una– aunque el Ayuntamiento, que será el órgano gestor del edificio, se reservará uno de esos espacios a modo de almacén.
Insonorizar una de las salas para que pueda servir como estudio de grabación, o hasta varias dependencias, para evitar posibles molestias entre los colectivos, es otra de las ideas. Como también establecer un bar, que podría participar, parcial o íntegramente, en la gestión del lugar.
Se construirán nuevos lavabos, se adecuarán entradas y salidas en función de la normativa de seguridad exigida en un espacio público, el patio que linda con la calle Ramón y Cajal se hará independiente del edificio, que asimismo incorporará una casa contigua, de la que el Ayuntamiento es propietario. En la fachada de la misma que da a la calle de Gràcia, se alzará la nueva entrada principal de la sala, un recurso que ya se usó cuando se rehabilitó Ca n’Oliver... Sustancialmente, son esas las ideas principales que se ciernen sobre el futuro del edificio, siempre que, a diferencia de ocasiones previas, la financiación lo permita. Un destino cultural, la vía de la Sala Augusta para sobrevivir y convertirse en un inmueble del siglo XXI.
No tiene ningun interès històrico ni artístico. Que lo tiren abajo y hagan pisos de protección oficial, que saldrá mas barato que intentar restaurar este mamotreto