Aunque haya sido a partir de una controversia que generalmente suele resultar más morbosa para el aficionado rival, lo cierto es que el CE Ferreries ha animado el cotarro de esta discreta Tercera División a lo largo de la semana finalizada.
Antonio Asensio ha dejado de ser el entrenador del club azulgrana, el mismo hombre que ascendió al juvenil a la Liga Nacional, y al Regional a la Tercera División, dos registros meritorios, sin duda, pero que posiblemente le han hecho levitar por encima de sus atribuciones. En una Regional ya devaluada, el técnico madrileño supo rentabilizar un buen plantel superior al resto de equipos de la Isla y ejecutar el ascenso en la promoción.
Sin embargo, el procedimiento utilizado para forzar su marcha le deja en entredicho porque ha cuestionado el papel de su presidente, y por extensión, salpicado a un jugador de comportamiento ejemplar en su dilatada trayectoria y de cualidades indiscutibles, tanto como su compañero-rival en la portería.
Por razones que no deben resultar extraordinarias porque suceden con cierta frecuencia, la relación del técnico con cierta parte del vestuario y la directiva se deterioró con el paso del tiempo, lo que entra en el terreno de lo cotidiano en un club deportivo. Por eso Asensio ha elegido un camino erróneo para desligarse de una entidad seria como la azulgrana que le abrió las puertas de la profesionalidad. Si quería marcharse, como parece, sin presentar la dimisión con lo que ellos supone, no ha tomado la decisión más elegante para hacerlo.