O labios como espadas (con permiso de don Vicente Aleixandre). Y es que de nuestra boca salen palabras que hieren como el acero. Ayer Mabel Cabrer se disculpó en la Junta de Portavoces del Parlament por su declaración en la que acusó a la oposición de emplear «métodos nazis» al promover el boicot contra las empresas que hacen descuentos comerciales a los militantes populares. El calentón de la diriginte del PP no es un hecho aislado en el ámbito de la política y entre los palmeros de los diferentes grupos que utilizan las redes sociales para criticar al contrario. De hecho, se ha producido la desagradable circunstancia de utilzar los medios que ofrece Internet para difundir mensajes injuriosos contra la presidenta de la Diputación León, Isabel Carrasco, después de su asesinato. Por el momento, ya han dimitido por ello dos ediles del PSOE.
Ambos casos se han producido en las habituales tensiones entre Gobierno y oposición, esta vez con el añadido de las Elecciones Europeas de fondo, que no despiertan emociones entre la ciudadanía pero que a los analistas les va a servir para estudiar tendencias ya pensando en los siguientes comicios.
Todo esto ocurre porque los políticos que se dedican a estar permanentemente en el candelabro tienen tendencia a la verborrea y a veces meten la pata.
Pero esta práctica también tiene otros fines. Según el filósofo Noam Chomsky: «El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes [...], mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes».
Y un apunte más. Que en el uso de ese nuevo elemento de democratización que son las redes sociales no se nos vaya la pinza y más si es bajo el anonimato.