Menorca ofrece diferentes caras a lo largo del año, aunque las estaciones se han reducido/fusionado en dos: o hace frío o hace calor, con todos los matices que les queramos poner. Hoy empieza en Madrid Fitur, uno de los escaparates de lujo para el sector turístico. Menorca acude cada año a esta feria con el objetivo de vender más que lo que ven los touroperadores.
Los mayoristas observan a la Isla como un producto de sol y playa y, sobre todo, seguro. La pena que cargamos desde el siglo pasado es la estacionalidad.
Una vez más las autoridades políticas y los profesionales del sector se presentan en el escaparate internacional como un destino más allá de la temporada alta. En esta ocasión, se incide en tres pilares para alargar el calendario, más allá del termómetro: la cultura talayótica, la gastronomía y la naturaleza. Sin duda tres buenas razones para visitar Sa Roqueta.
La propuesta es buena, pero creo que todavía hay que derribar algunos muros que ponen freno a esta atractiva oferta. De sobra son conocidos, pero ahí lo dejo: las conexiones aéreas, la reconversión de la planta hotelera para alojar a personas que quieren disfrutar, pero no pasar frío, y el estado de las urbanizaciones que en otoño e invierno son ciudades fantasmas.
Este diario informaba el lunes de que los consistorios invertirán, este invierno, casi dos millones de euros en mejorar las urbanizaciones.
Sinceramente no sé si esta cantidad es buena o insuficiente.
La pregunta que lanzo al aire es ¿si estamos preparados para atraer a los turistas fuera de los meses estrella? Este empeño requiere de una coordinación que defina -de una vez por todas qué queremos ser.
Reserva de la biosfera, patrimonio de la humanidad... Sí, pero sigue faltando un guión.