No hace mucho cayó en mis manos el resultado de una encuesta en la que la revista "Menorca Gráfica" formulaba esta pregunta a personas conocidas en la Isla y pertenecientes a diferentes entornos. Esto se hacía en Abril de 1986, cuando la Isla del Rey llevaba 22 años de abandono y todavía le quedaban otros 18 de deterioro.
Las respuestas en aquel entonces fueron muy poco optimistas:
-"Yo haría un teatro absolutamente mediterráneo y marítimo" era la respuesta de un reconocido actor que sin duda echaba en falta un escenario.
-"La solución lógica para la Isla del Rey es un parque zoológico" según la opinión de un holandés establecido en Menorca, amante de la naturaleza.
-"No creo que haya nadie con coraje para hacer algo ahí. Hoy aquello es un islote que está completamente arruinado."
Decía a su vez un empresario, propietario de una céntrica cafetería, que mostraba un cierto espíritu derrotista no exento de razón.
-"Me parecería precioso tener un sitio para que pudiésemos ir en barca y disfrutar del paisaje. Lo ideal para mí sería un parque natural, y que se pudiese disfrutar de la naturaleza tal como está" sugería la presidente de una asociación de vecinos, deseosa de mejorar la visión del Puerto.
-"Que el Ayuntamiento alquilara el terreno a una empresa privada, bien, pero no para convertirse en un anillo dorado para multimillonarios… Lo primero que hay que hacer es arreglar los accesos. Sin olvidar que el proyecto tendría que incluir y absorber el turismo." Comentaba un conocido arquitecto, pensando en su utilidad económica.
-"Pondría un Hotel de superlujo, tipo "Puente Romano" de Puerto Banús. Con amarres para atraer los yates y clínica de rejuvenecimiento. Totalmente privatizado". Era la opinión de alguna Agencia de Viajes.
Eran ideas que en cierto modo reconocían las posibilidades de la Isla y sin duda denunciaban su nivel de deterioro. Tal vez hubo otras opiniones mas conservadoras pero no las conocemos.
Durante los años
de abandono hubo intenciones diversas, concursos de ideas, proyectos, subastas
(que no se cubrieron), incluso cesión -reversible- al Ministerio de Información
y Turismo ante la posibilidad de convertir el edificio histórico en un Parador
Nacional. Muchos trabajos y proyectos fueron desestimados por no satisfacer las
exigencias fijadas por el Ayuntamiento. Estas eran:
- Preservar el carácter natural de la isla como hecho paisajístico en el contexto de la bahía de Mahón.
- Apreciar y potenciar suficientemente el ambiente arquitectónico existente.
- Aportar soluciones imaginativas en cuanto a los usos y propuestas económicas.
- Justificar la autonomía económica de las propuestas, tanto a la hora de su implantación como de su gestión posterior.
En 2004, tras los cuarenta años de abandono y falta de vigilancia, la situación llegó a ser insostenible. La vegetación había crecido de forma incontrolada por todo el islote habiendo alcanzado hasta el segundo piso del edificio principal; las aguas no canalizadas habían entrado por las fracturas del tejado produciendo un deterioro aparentemente irreversible; las ratas y las palomas habían anidado y llenado de excrementos las habitaciones y los espacios de los edificios. Y, por último, el expolio al que suele someterse a cualquier edificio abandonado, hizo desaparecer puertas, ventanas, vigas, baldosas y cualquier elemento que pudiese tener una utilidad. Lo que quedó era una auténtica ruina.
Pero la conocida como Illa dels Conills, Isla del Rey, Isla del Hospital o Bloody Island, orgullosa de su situación y de su historia se resistía a desaparecer y consiguió llamar la atención de sus vecinos y hacerles sentir la vergüenza de su abandono.
Así nació, por iniciativa de la Sociedad, con carácter privado, voluntario y desinteresado, la tarea de recuperación de la Isla del Rey, de su edificio histórico y elementos anexos, y de su historia. En aquel momento era difícil prever el futuro de esta intención. Se contaba con un buen motivo pero existían dudas respecto a la viabilidad del proyecto. Se creó la Asociación de "Amics de la Illa de l'Hospital" y posteriormente la "Fundación Hospital Isla del Rey" cuyos objetivos, de interés general y cultural, eran:
- La defensa y promoción de l'Illa del Rei, ó Illa de l'Hospital
- La promoción y organización de actos relacionados con la Isla.
Al principio, con herramientas propias y en embarcaciones privadas se inició la tarea de desescombro, de apertura de vías entre la densa vegetación que impedía el paso y de recuperación paulatina de lo que buenamente se podía. Eran medios muy limitados pero se contaba con la ilusión de los colaboradores por sanear el entorno sin pensar demasiado en cuál sería el resultado final.
Hoy sabemos que no todo el mundo compartía la idea, o simpatizaba con ella. El apoyo entusiasta de algunos chocaba con el desinterés de otros, la ignorancia de muchos o la franca oposición de otros. Pocas veces las Instituciones se han sentido comprometidas en el proyecto y siempre se ha tenido la sensación de que la actividad a desarrollar tenía que luchar con todas las dificultades que pone la burocracia habiendo contado en muy escasas ocasiones con ayudas por parte de la Administración para resolver los conflictos.
Sin embargo, quince años después, podemos enorgullecernos viendo lo conseguido. Es bueno echar la vista atrás y sacar las conclusiones que cada uno prefiera de la actividad realizada. Las individuales parecen pequeñas aportaciones de tiempo y conocimiento, de material y esfuerzo pero que convenientemente coordinadas y en el marco de una disciplina y compromiso indudables hacen que la maquinaria se mueva. Quienes, con mayor dedicación, van abriendo camino, marcando objetivos y atendiendo a las dificultades que surgen, saben que cuentan con la voluntad indiscutible de los demás que seguirán el plan trazado. Y el conjunto funciona.
No en vano, quienes recibimos o atendemos a los visitantes, observamos que lo que más les impresiona de su visita, es el funcionamiento del voluntariado y el espíritu de colaboración que perciben. Mucho más que la belleza del entorno o el progreso de la recuperación de edificios y su historia, que a pesar de todo presenta un balance muy positivo.
En estos momentos en que se ve lo realizado y están definidos los inmediatos proyectos en desarrollo, no está de más tener un recuerdo para todos los que han dedicado su esfuerzo, ilusión y entusiasmo durante este largo periodo de tiempo. Algunos fallecidos, otros con obligado abandono por ausentarse de la Isla, quienes han añadido demasiados años a los que ya tenían, o quienes han colaborado temporalmente.
Y también a quienes se van incorporando cuando conocen el entorno y su ambiente, ofreciendo un relevo necesario. Y, por supuesto a los fieles que mantienen su atención y asistencia constante, quizá por ello mismo menos visibles, pero que han dejado en la Isla del Rey incontables horas de trabajo. Los que han colaborado y lo siguen haciendo de cualquier forma con ayudas de todo tipo. Y quienes nos visitan, que con el conjunto del voluntariado y colaboradores componen el pequeño mundo que resurge en el centro del Puerto de Mahón.