Cierto! El año 2022 y especialmente su verano, fueron de euforia y alegría. Al salir de una inesperada pandemia, aunque históricamente existen datos de que cada cien años se produce una y dura unos dos años, la necesidad de volver a nuestra normalidad nos empujó a una conducta expansiva y muy sociable.
Especialmente Menorca se vio repleta de visitantes y viajeros, bastantes de ellos llegados a la isla por primera vez.
Hoteles, casas y apartamentos turísticos, restaurantes, bares, tiendas y galerías estaban felices haciendo su agosto. Durante la pandemia no se pudo gastar como en tiempos de salud y este ahorro forzoso, junto con la explosión de la sensación de libertad, dio como resultado una circulación de dinero en la adquisición de bienes en general.
Incluso se abrieron comercios y restaurantes nuevos y algunos hoteles programaron ampliar su número de habitaciones pasado el verano.
Al terminar el verano la situación ya no estaba tan clara y gran parte de los nuevos comercios, cerraron sus puertas.
El invierno nos ha hecho aterrizar de nuestro vuelo eufórico. Se comenzó a hablar del suministro de carburante, o mejor dicho de su dificultad. Alemania ha sufrido un gran golpe al depender de Rusia para ello. El envío de armamento a Ucrania y el encarecimiento elevado del transporte en general ha generado una inflación notoria.
La compra de los alimentos básicos y de todos los artículos de consumo habituales han hinchado los presupuestos familiares y junto con los intereses crecientes de las hipotecas, han generado una sensación de inseguridad hacia el futuro que se traduce en miedo.
Las elecciones y cambios políticos también producen inseguridad en los ciudadanos.
La tendencia de nuestra cultura mediterránea es, sin embargo, la de no privarnos de nada. ¿cómo resolver esta encrucijada? Viajando menos días, reduciendo los almuerzos y cenas en restaurantes y comprando bienes de menor precio y en menor cantidad.
Existe, sin embargo, un sector de la población con capacidad económica para seguir su ritmo anterior a la pandemia, pero la sensación de inseguridad parece contagiosa y pueden pensar, esperemos a ver que pasa…
En resumen, al margen de la economía, la actitud y seguridad de las personas hace que salgamos adelante fortalecidos por haber vencido las dificultades.
Si bien este verano ha sido menos generoso que el anterior, debemos estar contentos y damos gracias por lo que nos ha traído.
Hortensia Puig
Voluntaria