Hace una semana concluyeron los actos de conmemoración del 82º aniversario del hundimiento del acorazado Roma. Los lectores conocen la historia, pero vale la pena recordarla: el buque insignia de la Regia Marina Italiana, bajo el mando del almirante Carlo Bergamini, navegaba hacia su última misión cuando, el 9 de septiembre de 1943, el anuncio del armisticio transformó a los alemanes en enemigos. Así, dos bombas teledirigidas lo alcanzaron y, en pocos minutos, el Roma se hundió llevándose consigo a casi 1.400 marineros.
Una tragedia que, sin embargo, hizo nacer un vínculo humano entre italianos y menorquines que aún perdura. En la confusión de aquellas horas, el capitán Giuseppe Marini coordinó las operaciones de rescate de los supervivientes y, finalmente, a la mañana siguiente, cuatro navíos –Mitragliere, Carabiniere, Fuciliere y Attilio Regolo– entraban en el puerto de Mahón. El Hospital Militar de la Isla del Rey acogió y atendió a más de 500 heridos –muchos de ellos con graves quemaduras– y durante meses los marinos convivieron con la población local. En Italia, este episodio de internamiento sigue siendo poco conocido; los estudios son escasos y muchos testimonios orales se están perdiendo. Precisamente por eso la Sala Memorial Roma, inaugurada en 2008 por la Fundación Hospital Isla del Rey y forjada por la apasionada dedicación de Mario Cappa (1934–2024), tiene un valor incalculable.
Con pasión y tesón, Cappa consiguió dos cosas esenciales: acercar la Marina italiana a este capítulo ocurrido en Menorca y, al mismo tiempo, transformar el recuerdo en acción. Gracias a su empeño, los navíos en tránsito por Baleares empezaron a hacer escala para visitar el monumento en el cementerio y la Sala Memorial. Allí descubrían que aquel triste pasado dio pie a una experiencia de amistad y altruismo, más allá de la desdicha bélica o política. Este año, por primera vez tras su fallecimiento, su nombre resonó con fuerza en más de una ocasión y no cabe duda de que Mario habría sido feliz al ver cómo sus iniciativas continúan.
El domingo 7 de septiembre el puerto de Mahón recibió el buque de asalto anfibio San Giusto y el velero Palinuro (que ya nos visitó el año pasado), en una parada prevista dentro de sus respectivos cruceros de instrucción. Al día siguiente, un centenar de personas –cadetes y oficiales, veteranos de la Asociación Nacional Marina Italiana (ANMI), voluntarios e invitados– llegó a la Isla del Rey en la lancha de la Fundación y en las embarcaciones del San Giusto. Como acompañante pude observar la atención con la que el numeroso grupo siguió la calurosa recepción encabezada por el capitán Massimiliano Siragusa, agregado de Defensa de la Embajada de Italia en Madrid y, a continuación, la detallada conferencia del contralmirante Gianluca De Meis, jefe de la Oficina Histórica de la Marina en Roma. Después, fue emocionante percibir cómo muchos jóvenes –pese al cansancio tras las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia–, se animaban con preguntas y comentarios durante las visitas guiadas al Hospital y a la Sala Roma.
El martes 9, el cementerio de Mahón acogió la ceremonia junto al mausoleo con 26 tumbas, único monumento dedicado a los tripulantes del Roma. En este lugar solemne se escucharon palabras de recogimiento de las autoridades locales e italianas, entre ellas el presidente del Consell Insular y el nuevo cónsul en Barcelona. La presencia de la delegación de Carloforte fue especialmente conmovedora, porque se trata de la ciudad natal de Fortuna Novella, cuya tumba se encuentra a pocos metros de los marineros a quienes cuidó como a sus propios hijos. Allí también se depositaron flores en ofrenda a ella y a todos los que ayudaron a mitigar el sufrimiento de aquellos días.
La conmemoración no se limita a una fecha en el calendario, sino que es producto de un trabajo constante fruto de múltiples colaboraciones. Hace un año, la Fundación Hospital Isla del Rey publicó la traducción al castellano del libro de Giuliano Marenco que ha abierto camino a presentaciones y debates. Se suman la mejora de la exposición de la Sala Memorial, ahora con la biblioteca personal de Mario Cappa y el inventario de su archivo –labor que estoy coordinando con el apoyo de la ayuda CIMe 2024–; y la implicación en citas compartidas: en junio, en el homenaje a Mamma Mahón en Cerdeña y, en los próximos días, en los actos promovidos en Caldes de Malavella (cuyos representantes estuvieron presentes en Mahón). Esta intensificación de la actividad impulsa la investigación y es prueba de que la memoria del acorazado Roma se proyecta más allá de Menorca, viaja, se renueva y enriquece.
Mantener vivo este episodio histórico no es un ejercicio de nostalgia, sino un compromiso. Estas jornadas son, sobre todo, un espacio de encuentro abierto, donde se tejen vínculos entre generaciones y comunidades. Nuestro deber de seguir alimentando esta red nace de la esperanza de que esta historia –y las pequeñas acciones que la sostienen– siga creciendo con la participación de todos.
Romina Viggiano
Voluntaria
És d'agrair l'esforç de molts particulars per mantenir viva la història i el record. Enhorabona per la feina feta!