Hace 22 años, Menorca fue declarada Reserva de Biosfera por el comité del Programa MaB (Men & Biosphere). Con esta decisión, la Isla se incorporó a la red mundial formada por los espacios y los territorios que gozan de este reconocimiento internacional. La Unesco tuvo en cuenta un doble hecho: los valores naturales, medioambientales y ecológicos de Menorca; y al mismo tiempo, su modelo de crecimiento basado en un desarrollo sostenible y respetuoso con estos valores. Aquella «via menorquina del creixement» en la que el sector agrícola-ganadero había desempeñado un papel capital al modelar un paisaje rural a la medida del hombre.
El economista Sergi Marí advierte que «la sostenibilidad es hoy un concepto de consenso político» y nos pregunta si existe consenso social. O sea, de qué forma está implicada, concienciada y participa la población local en el proyecto y los objetivos de la Reserva de Biosfera. Porque esta declaración es -debería ser- mucho más que una simple etiqueta.
Un reto que exige una gestión activa y dinámica, con la participación de la población menorquina. 22 años después, queda mucho por recorrer.