Los peores pronósticos se están cumpliendo en Menorca, con hoteles que no han abierto este año y otros que cierran tras una apertura tardía porque registran más cancelaciones que reservas. Y los que resisten se ven obligados a ofrecer descuentos del 33 por ciento, cuando los turoperadores les exigen del 50 por ciento. En conjunto, se está resintiendo toda la economía insular.
A ello debemos añadir que Menorca afrontará un invierno sin turistas del Imserso, lo que ensombrece aún más los pronósticos tras la cuarentena impuesta por Gran Bretaña a los turistas que hayan veraneado en España, a la que se han sumado otros países, provocando el desvío de visitantes a Grecia y Turquía.
Hemos entrado en recesión, y Balears es donde se registra la caída más intensa. Inmersos en una tormenta de duración y dimensiones desconocidas al coincidir un shock de la oferta, que ha provocado el hundimiento del 36 por ciento de la economía de las Islas, con un shock de la demanda. Si se añade la crisis financiera, que se está gestando, nos dirigimos a una depresión. Un decrecimiento que nos hará más vulnerables. Menorca necesita ya respuestas contundentes y medidas eficaces ante el largo y duro invierno que se avecina.