El proyecto para reactivar la economía española fue presentado ayer Pedro Sánchez bajo el nombre de «Plan de recuperación, transformación y resilicencia». Titulares aparte, con una valoración de 72.000 millones de euros que han de ser aportados por la Unión Europea, su ejecución supondría un incremento del 2,5 por cien anual del PIB y podría crear hasta 800.000 puestos de trabajo en tres años.
En la situación de emergencia que vive España son necesarios todo tipo de apoyos para superar la crisis que ha provocado la pandemia. En una coyuntura tan adversa es preciso huir de las declaraciones voluntarias y grandilocuentes, generar riqueza para volver a crear empleo y evitar la destrucción de las empresas. Esta ha de ser la prioridad del Gobierno sin que ello signifique rechazar cambios económicos estructurales, cuyo éxito queda a expensas de las leyes que marca un mercado cada vez más abierto.
El plan de Pedro Sánchez no responde a cómo y cuándo podrá devolver España tal cantidad ingentes de ayudas europeas. El presidente no puede ocultar aspectos tan relevantes, por duros que puedan ser. No cabe el tacticismo, hay que lanzar mensajes diáfanos; así se valoran los auténticos líderes.