En un inédito escenario de incertidumbre total -nadie sabe aún si Pedro Sánchez mañana dimitirá o bien presentará una moción de confianza para ganarla- el comité federal del PSOE celebrado ayer se transformó en un acto para trasladar ánimo al presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez. Todas las miradas están puestas en quien sigue inmerso en un insólito periodo de reflexión para decidir si continúa o no al frente del Ejecutivo. La posible renuncia del presidente del Gobierno ha abierto un gran debate, que no se cerrará hasta que se conozca la decisión definitiva. Ante el «Pedro, quédate», imploró la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero; el PP cuestiona a Sánchez, le acusa de actuar de manera irresponsable, presentarse como víctima, e invita a los españoles a transmitirle los problemas reales.
Es preciso acabar con esta situación de dudas en la que, desde el jueves, está sumido todo el país. El movimiento del líder socialista es un desafío arriesgado que pone en vilo al conjunto de la sociedad y la economía españolas. Se impone la serenidad, la autocrítica y el sentido común frente al desasosiego y la confusión que se ha creado. Pedro Sánchez ha de actuar con la coherencia exigible a un presidente del Gobierno.