La histórica ceremonia, en Egipto, donde el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, rubricó la paz entre Israel y Palestina, ha coronado la figura del mandatario de la Casa Blanca. Es una gran noticia después de dos años de cruel enfrentamiento que ha dejado en el lado palestino más de 67.000 muertos y en el hebreo más de 2.000, pero Oriente Medio lleva décadas instalado en la inestabilidad. Será muy complicado que la paz sea duradera en la región. El nuevo papel de Hamás, relegado por la victoria israelí, es toda una incógnita.
En Cisjordania ya gobierna la Autoridad Palestina, así que los terroristas de Hamás quedan ahora arrinconados con el acuerdo de Egipto. Trump vive su momento de gloria y los analistas apuntan que quiere aprovecharlo para acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha abordado sin éxito en otras ocasiones. Putin no se sienta en la mesa de negociaciones, ha amagado con dotar al ejército de Zelenski de los misiles Tomahawk, que tendrían un impacto brutal. Regresando a Oriente Medio, una de las claves para la paz ha sido la neutralización de la amenaza iraní. El régimen de los Ayatolás estaba a punto de conseguir la bomba nuclear, pero los repetidos bombardeos de Israel y Estados Unidos han arrasado sus instalaciones atómicas. De momento.