El Consell de Govern aprobó ayer una inversión de más de 16 millones de euros para construir los nuevos centros de Sa Graduada y de Sant Lluís, además de la ampliación del instituto Pasqual Calbó. Después de muchos años sin nuevos colegios, por fin en Maó se prevé la edificación del centro que ha de sustituir al actual de la calle Josep Maria Quadrado. Sin despreciar la reivindicación de padres de Sa Graduada de conservar la céntrica ubicación actual, ha de reconocerse que el proyecto permitirá mejorar la calidad educativa y superar la precariedad de las instalaciones que se utilizan hoy. La educación padece suficientes inconvenientes para que además se añadan dificultades derivadas de los espacios donde se desarrolla. La aprobación de esa inversión es por tanto una buena noticia. Es evidente que la calidad de los espacios ayuda a mejorar la actividad educativa y afecta a los profesores y a los alumnos. También les afectan otras cuestiones, como apunta hoy un sindicato del sector, que ha decidido crear un servicio de "defensor del profesor". La problemática sobre la tensión que crean algunos alumnos en el aula y la motivación de los profesionales de la enseñanza son dos cuestiones que preocupan, incluso más que los nuevos edificios.
Editorial
Mejora en educación con dos nuevos centros