En economía política se maneja este término contradictorio, el crecimiento negativo, usado para explicar la evolución menorquina en el primer trimestre del año. No hay reacción, los indicadores no abren horizontes al optimismo y el propio conseller Carles Manera ve más preocupante el caso menorquín que el del resto de las Islas. De hecho, las Pitiusas presentan un crecimiento positivo, han salido de la recesión, y el segundo trimestre puede confirmar una tendencia más sólida de repunte efectivo, mientras Mallorca presenta un panorama más complejo y más lastrado todavía por el sector de la construcción.
Las virtudes de una mayor diversificación en los ámbitos productivos y mayor protección ambiental, tradicionalmente asociadas a la economía menorquina, deben ser a medio plazo una garantía, pero de momento están generando una transición más lenta y profunda. El freno a la inversión pública como consecuencia del plan de ajuste, la subida del IVA que hoy entra en vigor y el previsible retraimiento del consumo no mejoran las expectativas inmediatas. El propio conseller apela a territorios ajenos, la evolución de las economías británica y alemana, para lograr una buena temporada turística. Lo de siempre.