El hierro se machaca en caliente. Pero en Cala Blanca, con los hoteles cerrados y los negocios con las persianas bajas desde la última semana de septiembre, la asociación que los representa, Blancandria, convoca una asamblea extraordinaria el 20 de octubre. La fecha inamovible limita algunas presencias de peninsulares pero no impide hacer públicas las preguntas, sugerencias y propuestas que, en principio, allí se debieran haber formulado.
El balance anual de Blancandria es positivo. Haberse constituido y ser reconocida como interlocutora ante la Administración, su intervención en el mejoramiento urbano y de la playa, promocionar en su web la urbanización e inaugurar las puestas de sol para sumar visitantes, son logros evidentes. Porque aún falta mucho por conseguir, se supone la continuidad y extensión de este accionar. Como también uno de sus proyectos es la apertura de las cuevas, cabe presumir que terminado el relevamiento espeleológico y encargado el estudio jurídico sobre las características del terreno y del subsuelo, el compromiso de los partidos de actuar con "total celeridad y eficacia" aportará en la reunión importantes novedades al respecto. Con tal fin la Sra. Alcaldesa y el Concejal de Turismo han sido invitados, deferencia que debiera incluir a la oposición por haber consenso político en el asunto. Asimismo, por la trascendencia del tema, cabe sugerir la presencia y el testimonio de los medios.
Ignorando el supuesto cambio cualitativo de la información aportada por las autoridades, sigue siendo válida la necesidad de instalar la apertura de las cuevas en la opinión pública de Menorca. De hacerse así, el efecto multiplicador de los consiguientes recursos que generen llegará con fuerza y decisión a los centros de poder, facilitando los trámites. De ahí la insistencia en una campaña de divulgación con las imágenes que atestiguan su belleza y potencia transformadora. ¿A quién pertenece el uso de sus fotos? ¿Son de dominio público o restringido?
Para los comerciantes y hoteleros de Cala Blanca la inauguración de las cuevas puede suponer los beneficios de la puesta de sol en primera línea, para los vecinos la revalorización de sus propiedades porque pertenecerían a una urbanización en aras de un cambio pujante, actualizado, y para Ciutadella una mayor promoción y los lógicos ingresos recaudatorios si se declaran de Interés Arqueológico y, en consecuencia, de Interés Turístico. En cueva abierta entra el futuro.
Es incomprensible que en esta época de crisis económica evidente, un activo capaz de generar trabajo y riqueza permanezca ocioso y que se tramite sin la premura que marcan las urgencias sociales. Hay diversas formas públicas y privadas para gestionarlas cuando los hechos prevalecen sobre las palabras. Hace unos días, un telediario nacional exhibía la Cueva de La Sotorraña, Cantabria. En ella la Asociación de Empresarios del Valle curaba el queso Picón y una guía, facilitada por Información y Turismo, conducía las visitas en grupos de 20. Conclusión fácil, degustación, venta y caja a dos bandas.
Para estar inmersos en el devenir de las cuevas es necesario tener una mayor perspectiva e ir, por ejemplo, al lugar más alto de la isla. En Monte Toro, la lectura de una placa de agradecimiento a Argelia por su buen acogimiento a los emigrantes menorquines, dimensiona los problemas a que nos enfrentamos si el tan mentado crecimiento sostenible insular se convierte en un empobrecimiento inaguantable. La realidad tarda mucho menos de lo que se cree en llegar.
Si en democracia hasta se pudo salir del armario, también en dos años podremos entrar en las cuevas.