Justo después de las elecciones de 2007, Ramón Jáuregui estuvo en Menorca para hablar de la responsabilidad social de las empresas, el mismo tema que ayer reunió a promotores de este movimiento con profesionales y responsables de entidades. Cuando la semana pasada fue nombrado ministro y su nombre apareció entre parabienes y una positiva valoración entre los comentaristas, muchos debieron recordar aquella conferencia con la que llenó el salón de actos del Consell. La iniciativa fue de Caritas, dirigida en aquellos años por Antoni Carreras y Esteve Ferrer, y se completó con un encuentro con el obispo, los alcaldes y algunos empresarios de la Isla. Jáuregui, bregado en mil batallas políticas y testigo de vanguardia en la lucha contra el terrorismo, ofreció el mejor argumento posible sobre la responsabilidad social de las empresas, su propio convencimiento sobre unas pautas de comportamiento que van mucho más allá de la filantropía. En esencia se trata de aplicar dignidad en toda la cadena de producción, evitar las trampas para sacar ventaja o aumentar el beneficio, lo que implica no comprar productos o materia prima fabricados o extraídos por mano de obra infantil o bajo condiciones de explotación laboral o, sin ir tan lejos, exigiendo rigor legal y moral en todo el proceso. Esos principios sirven también para la acción de gobierno y eso esperamos del nuevo ministro de Presidencia.
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