A los pobres no se les salva, simplemente se hace justicia al responder a su derecho a vivir con dignidad. En Menorca hay pobreza. Una de cada cuatro personas que acuden a Caritas no tiene ingreso alguno. Una parte considerable de quienes solicitan a la Cruz Roja que interceda en la búsqueda de un piso de alquiler tampoco ingresan suficiente para pagarlo. Hay familias que viven con los 426 euros de la prestación social que percibe uno de sus miembros. Existen abuelos que aportan su pensión y sus ahorros para pagar la hipoteca de los hijos parados. En Menorca conocemos el número de turistas, los coches que circulan por cada carretera, incluso la arena que se llevan los bañistas en las toallas cuando dejan las playas, pero desconocemos cuántas personas no tienen suficiente dinero para comer cada día. Las administraciones públicas, el Ayuntamiento de Maó especialmente, derivan cada vez más las atenciones sociales urgentes a las entidades solidarias. Es un panorama que preocupa e incomoda y que sin embargo conviene conocer para darle una respuesta personal y comunitaria de compromiso con quienes menos tienen y que más necesitan de la sociedad menorquina.
Editorial
Preocupados por la pobreza y comprometidos