Algunas versiones aseguran que fueron los monjes holandeses quienes crearon la ginebra como bebida medicinal a principios del siglo XII para combatir la peste bubónica. Otras teorías defienden que la ginebra se "inventó" también en Holanda pero varios siglos después. Allí fue donde al parecer la descubrieron los soldados ingleses a finales del XVI y la importaron a Inglaterra.
En 1689 Guillermo de Orange prohibió todas las importaciones de licores y en consecuencia los ciudadanos británicos obtuvieron el derecho a elaborar su propia ginebra lo que popularizó y aumentó el consumo de este destilado entre la población británica.
Al llegar el siglo XVIII la ginebra se había convertido ya en la bebida nacional de Inglaterra (bien lo sabemos en Menorca).
Después fue el alemán Jacob Schweppes quien, en Ginebra y en 1793, experimentó con las sodas afrutadas a las que añadió burbujas de anhídrido carbónico. Trasladada la firma suiza-alemana a su nueva sede en Inglaterra, la nueva bebida gasificada causó furor en su época y en 1873 J. Schweppes & Co. volvió a experimentar añadiendo quinina a las sodas lo que dio lugar a la tónica.
El clásico gin-tonic fue creado por los funcionarios británicos de clase media que ya en el siglo XIX fueron enviados a servir al Imperio a exóticos lugares plagados de mosquitos. La quinina que contiene la tónica ayudaba a combatir la malaria y el paludismo pero tenía muy mal gusto. Para dulcificarla añadieron ginebra y, puesto de moda el combinado, ayudaron a que la India flotara dulcemente en alcohol durante las siguientes décadas.
El gin-tonic mantiene aún su reminiscencia y su ascendente de bebida colonial. Para escándalo de algunos no debería de servirse con rodaja de limón sino de lima ya que la acidez del limón resta burbujas al combinado y puede hacerle perder parte de su "glamour". Para conseguir una buena combinación debe de utilizarse hielo formado con agua de mineralización débil. El gin-tonic no debe ser un lingotazo cualquiera sino que debe servirse en sus justas proporciones para poderlo saborear mejor como bebida refrescante. ¡No a la exageración!.
Los destilados son bebidas que han sido "limpiadas", destiladas, de impurezas. Hay muchas cosas en esta vida que también deben ser convenientemente limpiadas y destiladas. Por ejemplo la política.
La sensación que tiene hoy la mayor parte de la ciudadanía es la de asistir a una estafa generalizada donde nada es lo que parece y donde todo sí es lo que se supone. La corrupción y el único interés particular de los políticos de todos los partidos que tocan poder sea cual sea su ideología, produce impurezas democráticas que deben ser "destiladas" urgentemente para que el sistema pueda subsistir.
De cara a las próximas elecciones los menorquines deberíamos "destilar" también nuestro voto a la vista de los resultados que, más allá de la crisis y comparándonos con la situación de las otras islas baleares, muestra la realidad económico-social menorquina.
Deberíamos "destilar" a quienes han comido "carpaccios" de langosta y han sorbido caros caldos y brebajes a cuenta de todos los menorquines y a quienes, de la forma más descarada, suman varios sueldos cuando buena parte de la población las pasa canutas. También a quienes despilfarran el dinero de todos en chorradas ideológicas y en inversiones en aldeanismos caducos. Después de tragar tanta quinina durante estos pasados años quizás deberíamos añadirla ya algún tipo de ginebra medicinal para conseguir cambiar el sabor de nuestra, actualmente, pobre y triste Roqueta. Amen.