El "pagès" me acaba de traer diez conejos no muy grandes, los cría con mimo, en un sitio protegido del mal tiempo y en semi-libertad, les siega "enclóver", porque les encanta, cuando están a punto los sacrifica y mi trabajo es transformar su carne en algo delicioso, pero nunca pienso que esos lindos conejitos movían sus bigotes hace poco tiempo, porque entonces me costaría mucho trabajo cocinarlos; lo mismo sucede cuando uno sacrifica una preciosa langosta, que lucha a coletazos por vivir. Cada vez que preparo una, pienso en lo importante que es ella, aunque la realidad, por mucho que la vistamos, es que los matamos para disfrutar y alimentarnos, por eso, los que optan por usar la cabeza y no comer carne, tienen todo mi respeto, aunque yo, de momento, pienso con el estómago y el paladar y como cocinero soy de los que se aplican el proverbio chino: "Todo lo que corre, nada o vuela, a la cazuela".
Cada día hay más personas que se decantan por una dieta vegetariana en sus distintas modalidades: ovo-lácteos, véganos, pescetarianos, crudívoros, frutarianos… y no es de extrañar, ya que el trato al que sometemos a los animales que nos alimentan, hace que muchos eviten comérselos, además el gran consumo de carnes que hacemos hoy en día es bastante poco ecológico, ya que no es natural en nuestra pirámide nutricional comer pollo todos los días. Además está el tema religioso, ya que religiones como el budismo y el hinduismo promueven el vegetarianismo.
Pero tendencias aparte, un vegetariano ovo-lácteo, es decir, que come huevos y leche, y que es el más habitual en Occidente, no debería de tener problemas para tener una alimentación completa y en lo que a mí concierne, puede gozar muchísimo comiendo, pues la mayoría de los vegetarianos que conozco, le dedican tiempo y cariño a la cocina.
Los restaurantes vegetarianos tienen mucho éxito y sus cartas están compuestas por deliciosos platos. Un apetitoso y especiado curry de verduras es muy gratificante, unos crujientes rollitos de primavera con salsa picante, animan el cuerpo, al igual que gratinar una aburrida coliflor con salsa bechamel y queso parmesano. Tampoco nos tenemos que ir tan lejos, aquí tenemos las deliciosas berenjenas de pobre, "oliagua", o un estupendo "tombet" coronado con un huevo ecológico (eso sí), se han comido toda la vida, alimentando a toda una generación, en épocas en las que la carne no abundaba.
¿Son mejores unas lentejas con chorizo o simplemente estofadas con verdura? Simplemente son distintas; si las segundas han sido elaboradas con paciencia y buen gusto, estarán a la altura de cualquier plato cárnico.
Legumbres, verduras, hortalizas, frutas, grasas vegetales, cereales, semillas, frutos secos…tenemos un abanico inacabable con el que poder jugar en la cocina.