El titular parece una condena`y en algunos casos puede serlo. Es la suma de dos legislaturas y el día de propina representa la inexistencia de una norma, necesaria, que limite el tiempo de mandato de un presidente de Gobierno. Rodríguez Zapatero anunció ayer su despedida. Su posible renuncia a un tercer mandato ha mantenido en ascuas a todos los partidos, sobre todo al suyo, durante largos meses. Eso ha permitido focalizar en él la causa de casi todos los males económicos de este país. Si al menos, ese foco hubiese tenido efectos terapéuticos, pero solo ha servido para alimentar la maraña del debate político. Ahora, finiquitado el argumento, habrá que asumir y asignar nuevas responsabilidades. Los presidentes regionales del PSOE ya no tendrán la excusa de que pueden perder votos por culpa del todavía inquilino de Moncloa. El PP, que ya orienta sus baterías hacia Rubalcaba, será necesario que se centre en difundir su programa para sacar a este país del hoyo, porque la confianza no se transmite con la crítica, sino con las propuestas y los compromisos.
En Menorca, de Zapatero nos quedaremos con el 50 por ciento de descuento de residente y seguiremos pagando caros los billetes de avión. Ahora que estamos en época de ideas programáticas, podría recuperarse el proyecto de residencia para presidentes, o mejor para expresidentes.