Ha sido este trabajo lo más parecido a un peregrinaje. D'aquí i d'allà, cadescú hi diu sa seva. Llegando a la conclusión de que se repitió la vieja historia. La tercera generación suele ser la encargada de disolver el negocio, el mismo que el padre conservó, feien faves d'olla, por respeto al suyo, en memoria de lo costoso que debió resultar el inicio, intentando y procurando por todos los medios conducirlo avante, sin desfallecer.
Nada extraño, para un hombre como Antonio Román Parpal Beltrán, marino de carrera, dedicado a la poesía, al bel canto, al buen vivir rodeado de su grupo de amigos, amantes de los coches, las embarcaciones de recreo, y los viajes. Tal como canta el fandanguillo de Manolo Escobar, el vino… y las mujeres… Que conste que no soy quien para juzgar a nadie, ni es mi intención, el declive de casa Palaa o "ses portes grosses", sucedió como suelen pasar las cosas, sin pensar, ni preparar el terreno, las nuevas tecnologías etc.
En agosto de 1935, fundó la Fundición Menorquina, el taller lindante con los talleres mecánicos que por aquel entonces figuraban como Hijo de Antonio Parpal y como filial de los mismos se inauguró día 1 de septiembre, la nueva fundición de hierro, cobre, bronce y demás metales, admitiéndose encargos para la citada fecha; haciéndose observar que sobre todos los trabajos mixtos o sea aquellos que precisan ser mecanizados una vez fundidos, resultaran mucho más económicos que hasta la fecha, ya que siendo del mismo propietario los talleres quedaran suprimidos los intermediarios que son sin duda alguna los que los encarecen.
Román mantuvo el taller de ca'n Palaa hasta la guerra. Una vez finalizada, vendió la misma a un grupo de hombres deseosos de salir del bache producido por la contienda del 36 al 39. Fueron los señores Rafael Roselló Olivar, Emilio Orfila des quatre vents, Pedro Montañés Villalonga y Miguel Parés Gomila de ahí el nombre comercial de ROMP.Antes de continuar debo hacer un alto en el camino y dejar constancia de que en aquellos momentos en que se intentaba formar la nueva sociedad, el mecánico de la motora de la Mola, fue requerido por Rafael Roselló Olivar al que podría nombrar, uno de sus maestros, guía, alguien al que apreció muchísimo e intentó escuchar sus buenos consejos como hombre experimentado en el mundo comercial. Roselló estaba muy, que digo… más que esto, deseaba de totes maneras, que aquel Gori que también conocía pasara a formar parte del nuevo equipo, del mismo modo lo hacia Emilio Orfila del que siempre fue su mecánico, pero se encontraban con un gran impedimento a la hora del ofrecimiento, tal como sucedió con Bartolomé Jover Bru, el joven mecánico no intentaba prosperar monetariamente ( grave error) pero cada cual es a su manera y lo suyo era el trabajo, no fer doblers, lo suyo era ayudar a los demás, inventar mecanismos para favorecer a los demás, no fer doblers, con tal de no deber nada a nadie ya le daba tranquilidad y aquí podría repetir de nuevo (grave error).Y no entró en la nueva empresa, ni jamás se arrepintió, no disfrutó de lujos superfluos, ni se le conoció trajeado, todo lo contrario, un humilde pantalón azul marino de mecánico y una cazadora, todo ello de confección casera, na Nieves tía de Andreu Murillo le cosía la ropa de faena. Hoy transcurridos setenta años, debo alabar su decisión, con su manera de ser, era incompatible ser socio con el equipo ROMP.
Hubo otros socios, ya que al inicio o continuidad de la antigua casa Parpal, se fundó una bisutería en los altos del edificio, los iniciadores buscaban el triunfo, fer doblers a la vez que crear puestos de trabajo. Con el paso de los años las acciones de Orfila "des quatre vents", pasaron a Lorenzo Orfila que casualmente empezó a trabajar con Parpal siendo muy joven donde ha desempeñado el puesto de gerente su hijo Guillermo apoyado por su esposa haciendo las veces de secretaria, directora etc., Eulalia Ferrer.
Cuando Román Parpal vendió la factoría, montó un nuevo negocio en la Raval. Para saber del mismo me puse en contacto con Santiago Quevedo y así se desarrolló la entrevista.
¿Qué recuerda del señor Román Parpal?
Era un personaje peculiar. Bueno, esto es lo que opinaba, si se tiene en cuenta que yo era un muchacho de doce o trece años. Se le veía muy atento con los vecinos y curiosamente era de los pocos que nada tenía que decir de los muchachos que jugábamos en la calle con una pelota. Mientras otros, de ir a parar en su casa no la devolvían.
¿Dónde vivía?
En la Raval. Ha transcurrido mucho tiempo, pero yo lo situaría en el actual comercio de casa Julio, algo más arriba se encontraba el aserradero de Ca'n Llopis, con un ruido ensordecedor y montones de serrín que iban a buscar con sus carros los payeses para depositar en las boyeras y mantener secos a sus animales. Tres casas más abajo se encontraba mi casa a la que todos conocían como na Salomé. Ésta era mi madre, un ama de casa que ayudaba a que la familia llegara a final de mes. Para ello todas las tardes las pasaba frente a una pequeña aguja de levantar los puntos o carreras de las medias, las mujeres cuando se hacían los temidos punts escapats, las llevaban a arreglar. Por todo Mahón se encontraban casas dedicadas a ello, trabajo no faltaba. En verano, cuando no se usaban medias, a mi madre no le faltaba trabajo, que le encargaba Román Parpal.
¿De que se trataba?
De cortar manzanilla. Pero antes debo decir, que el señor Parpal, abrió un comercio al público especializado en la venta de productos propios de un espartero, donde se encontraban cereales, semillas, abonos, cuerdas, cestería, pedra blava, pedra groga, azufre, carburo, velas, tiras de papel para matar moscas, alpargatas, cacahuetes, almendras… En la puerta colgaba un gran cartel hecho sobre madera donde podía leerse: AMONIC, debió ser la marca de los productos que comercializaba.
De siempre, la manzanilla de Menorca, dispuso de muy buena fama. De ahí que aún se recuerda que años atrás eran muchas las farmacias y cases de tens de Barcelona que llamaban la atención con los carteles que ponían en sus puertas:
SE VENDE MANZANILLA DE MAHÓN. Al decir Mahón, quedaba incluida la Mola y Fornells. Las de mejor calidad.
En realidad, mi madre, más que cortar "camamil·la", su trabajo consistía en embalar con tela de saca la preciada planta, cosiendo con cordel y aguja de saca los bordes.
¿Recuerda algo más?
Que era un señor con una presencia importante, que coincidí con él años después en el Orfeón Mahonés, improvisaba sobre el escenario, dotado de infinidad de aptitudes de artista. A él le debemos la popular, "Noltros que no tenim ranxo, ni cavalls per galopar", una lástima que los cancioneros de música menorquina todos se hayan olvidado de poner su autor.
Después de agradecerle a Santiago Quevedo le despedimos entre recuerdos de veladas y actuaciones en el pequeño teatro orfeonístico, de que tantas horas de gloria disfruto mi buen amigo Quevedo y nos hizo gozar como artista de la escena y de manera muy especial como rapsoda, sin duda el mejor junto a Escudero, irrepetibles.
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