Hoy, domingo, 1 de mayo de 2011, el Papa que todos conocimos y que pudimos ver en imágenes televisivas en diversas circunstancias será proclamado beato por quien le sucedió en la sede de san Pedro. El Papa Juan Pablo II será propuesto como modelo de vida cristiana por el Papa Benedicto XVI. A partir de hoy la Iglesia cuenta con un nuevo intercesor ante el Señor para sus actividades ordinarias y sus nuevas propuestas de evangelización a todos los rincones del mundo; desde ahora el cielo cuenta con un nuevo beato para que también los cristianos pidan su intercesión en las necesidades que la vida les plantee y acudan a Dios en solicitud de ayuda.
Es un día grande para la Iglesia y lleno de alegría para todos los católicos porque comprueban que un hombre tan cercano a su propia mentalidad y tiempo es propuesto como camino e instrumento para seguir y encontrarse con el Señor. Las cualidades humanas, cristianas y sacerdotales con que Dios lo adornó son tan inmensas que no pueden relegarse al cajón de los olvidos. Deben recordarse para animar a todos los cristianos al esfuerzo constante de la perfección y de la santidad.
Durante los últimos meses se ha escrito mucho sobre este gran hombre. Se han resaltado aspectos de su biografía y se han elaborado estudios sobre su pensamiento. Se han producido películas y series de televisión. Se han multiplicado las opiniones de personas muy cercanas a él y valoraciones entusiastas de gran cantidad de líderes mundiales. A cada uno de nosotros se nos ha permitido conocer una faceta de su personalidad o recordarnos la emoción sentida por algún pasaje de su dilatada biografía.
Poco puedo añadir a tanta publicación y opinión sobre todo pensando en quienes tenéis la costumbre de informaros con lecturas diversas. Para todos los demás sólo pretendo dejar constancia en estas líneas de sus rasgos vitales y pedir que pueda ser un buen ejemplo para seguir mejor a Jesucristo y amar más a su Iglesia.
Nace en Polonia en 1920. Huérfano de madre a los cuatro años. Su padre fallece cuando él contaba 21 años. Gran pobreza en su infancia y adolescencia, trabajó duramente en una planta química en su juventud y soportó la dureza y la hostilidad del ambiente social y político de los totalitarismos de uno y otro signo durante gran parte de su vida. Impresiona mucho la fortaleza interior y la fe robusta del joven Wojtyla.
A escondidas se matricula en la Facultad de Teología y es muy brillante en sus estudios universitarios. Influye y acompaña a muchos grupos de la universidad en actividades culturales (teatro, veladas literarias…). Impresiona mucho su capacidad intelectual y el encuentro con los místicos españoles santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.
Ordenado sacerdote a los 26 años, desarrolla una ingente actividad pastoral. Realiza la tesis doctoral en Roma sobre san Juan de la Cruz. Impresiona mucho la valentía de su apostolado en un clima hostil a la fe católica por parte de las autoridades y sociedad comunista polaca.
Obispo de Cracovia a los 38 años, arzobispo a los 44. Se entrega absolutamente a su comunidad diocesana impulsando gran cantidad de iniciativas pastorales a favor de la familia, de la cultura y de la juventud. Impresiona mucho su dedicación a la grey del Señor, sin miedos ni reticencias.
Es elegido Papa el año 1978, cuando contaba 58 años. Fue el primer papa polaco y el primero no italiano desde más de 450 años. Fue célebre en su primera aparición en el balcón de la basílica de san Pedro la frase en la que nos pedía a todos los cristianos que abriéramos las puertas a Jesucristo y que no tuviéramos miedo a nadie ni a nada. Impresiona y mucho la intrepidez y la templanza, fruto de la oración y de la intensa relación con Dios, que mostró siempre, sobre todo en los primeros momentos de su pontificado.
Durante los 28 años al frente de la Iglesia escribió catorce encíclicas, muchas cartas pastorales y exhortaciones, infinidad de catequesis; realizó gran cantidad de viajes apostólicos a muchos países; recibió en audiencia a muchos líderes mundiales y a millones de fieles que acudían a Roma. Impresiona su capacidad universalista y el empeño de situar a la Iglesia católica con una propuesta global de sentido para el hombre contemporáneo.
En mayo de 1981 sufre un atentado que a punto estuvo de costarle la vida en la misma Plaza de san Pedro. A partir de entonces el sufrimiento corporal se hará patente y, durante los últimos años de su pontificado, mostrará en su vida las consecuencias del dolor y de la enfermedad. Impresiona y mucho su aceptación del desgaste físico y su continua confianza mostrada y demostrada al Señor. Dio un ejemplo al mundo de cómo vivir la enfermedad y la vejez.
Además de sus dotes personales y sacerdotales que supo ponerlos siempre a disposición de los demás, alentó en su vida y quiso transmitir a todos la importancia de la oración, la frecuencia en la celebración de los sacramentos y la devoción a la Virgen María.
Con estas características apuntadas más arriba de una forma escueta y utilizando la inmediatez de una página de periódico, me siento en la obligación de recordar a todos los cristianos que tienen a un nuevo Beato como modelo para imitar en las distintas facetas de su propia vida y a implorar su intercesión para seguir mejor a Jesucristo. Y también quisiera recordar a todos que fue un personaje de una excepcional valía que mereció pasar a la historia por su influencia y su libertad en la búsqueda de la paz y de la fraternidad entre los pueblos; en definitiva un líder mundial respetado y querido por todos. Dice un historiador que "se puede ya afirmar que el paso de Juan Pablo II por la cátedra de san Pedro es uno de los más importantes de la historia de la Iglesia" (Paredes, J. "Diccionario de los Papas y Concilios", pág. 590). Con ser esto último motivo de sano orgullo me parece mucho más aleccionador para todos los cristianos el reconocimiento de la santidad en este excepcional papa y el aumento de la devoción hacia su figura en nuestras propias comunidades.