Sólo quedan dos días. Ya sólo son horas. Viernes de fin de fiesta y sábado de reflexión. La campaña se ha visto adornada por un soplo de aire fresco por parte de aquellos que no comulgan con un sistema que, entre otras cosas, cuenta con juntas electorales formadas por jueces que prohíben pacíficas concentraciones de jóvenes críticos y concienciados pero permiten violentas celebraciones de títulos deportivos por parte de descerebrados que acaban con un estropicio de calibre mayúsculo en el mobiliario urbano, detenidos e incluso heridos. El argumento para la prohibición es que puede influir en el voto. ¿Qué somos los ciudadanos? ¿Imbéciles redomados? La magistratura demuestra una inclinación hacia el conservadurismo de fondo y un miedo desmedido al pueblo llano. La protesta tiene un claro componente antisistemático, con difícil identificación con PSOE o PP. Ambos están, en este caso, en el mismo saco, porque lo que ha fallado no es la democracia en sí misma, el envase, sino la maldita partitocracia profesional, el contenido, que hace y deshace en función de los intereses propios, del mantenimiento de la silla, las dietas y el cargo que viene. Es una clase dirigente que aprieta al jubilado y le ríe las gracias a los banqueros que nos han ahogado para embolsarse millones. De euros.
Y sólo quedan dos días.
El apunte
Sólo quedan dos días
Pep Mir |