Francesc Antich se va a Madrid. Los expresidentes del Govern pueden elegir destino cuando los ciudadanos les echan del poder. Mandarlo al Senado es la salida más digna que le han buscado sus compañeros, porque la Cámara Alta es un erial institucional donde las exigencias son inversamente proporcionales a los beneficios, se trata de un retiro cómodo en el que penar con una retribución satisfactoria los cuatro años pasados de mando sin gobierno o de gobierno sin mando. El Parlament elige dos senadores autonómicos, uno por bando, y bien mirado siempre es más justo ciertamente enviar a alguien con experiencia y conocimiento de leyes que a algún meritorio. Su marcha pone de manifiesto el duro reciclaje del poder. Matas también se fue al perder el gobierno, la primera vez le compensaron con un Ministerio en Madrid, la segunda se marchó más lejos por si acaso, pero tuvo que volver, esa es la diferencia.
La consecuencia del cambio de aires de Antich es la sucesión y eso, claro, se decide en clave mallorquina. La expresidenta del Consell de Mallorca ha sido la elegida como jefa de la oposición, se ignora si por idoneidad o por ser la mano derecha del líder caído. Joana Barceló, que ha ejercido de mano derecha y de izquierda del jefe del Govern, vuelve a quedarse manca en el ascenso político. Lo de construir país balear, si alguien lo creyó, es pura entelequia.