Ninguna instancia política parece haber rechistado públicamente tras la advertencia hecha por Carlos Delgado sobre el traspaso de la competencia de promoción turística a los consells insulares. A los pocos días de tomar posesión de su cargo, el conseller balear de Turismo dejó bien claro que debido a la crisis económica se descarta 'sine die' la negociación de la mencionada transferencia. Un mensaje que Delgado posteriormente trasladó al sector turístico pitiuso y que es probable que repita cuando realice su primera visita oficial a Menorca. Ante semejante estreno y dada la ausencia de reacciones reivindicativas, se mantiene el pesimismo sobre la culminación del proceso de autogobierno que contempla el Estatuto de Autonomía de Balears, pesimismo que quizá se halla más acentuado si cabe en Menorca.
La coincidencia del mismo color político en las instituciones no supone garantía alguna para que se alcance un rápido y sólido acuerdo sobre determinados asuntos. Pudo comprobarse en la anterior legislatura. Con el PSOE al frente del Govern balear y del Consell menorquín tampoco llegó a materializarse el traspaso de la promoción turística. Sin embargo, la no tramitación de esa transferencia no parece que haya originado mucha decepción política. No ha protestado el presidente del Consell, Santiago Tadeo; no consta que lo haya hecho la consellera de Turismo, Salomé Cabrera, y ni tan siquiera los consellers o los parlamentarios autonómicos menorquines del PP. Hasta los de la oposición -PSOE y PSM- callan.
Nadie rechista. No quiero aludir a la expresión 'quien calla otorga', pero el silencio de los políticos quizá permita interpretar que dan por válido el argumento de la crisis económica para paralizar el traspaso competencial de la promoción turística. En el ámbito privado tampoco ha habido protestas. En pleno mes de julio, los hoteleros están volcados en el seguimiento de la temporada turística, y más quienes comercializan sus plazas mediante la modalidad del todo incluido; posiblemente se ocupen del asunto a partir de octubre o noviembre una vez que hayan cerrado sus establecimientos. Los empresarios de la llamada oferta complementaria, incluidos los comerciantes, tampoco están por la labor, su preocupación ahora es otra: hacer caja. Una situación perfectamente comprensible cuando quienes más se benefician de la industria vacacional son los hoteleros. Tiempo habrá a partir del otoño para debatir sobre un enésimo capítulo de la interminable historia de la promoción que nunca llega.
Aunque las arcas públicas se hallen vacías, no creo que Menorca deba persistir en su actitud de resignación. Pese a la evidencia de que la crisis ha aplazado numerosos proyectos y ha obligado a renunciar a importantes iniciativas e inversiones, considero que en el caso del autogobierno no cabe plegarse sin más a la paralización del proceso. El artículo 70 del Estatuto autonómico determina que la promoción turística es una de las competencias propias de los consells insulares. Hay que exigir por tanto el cumplimiento del Estatuto. En mi modesta opinión, y en contra de la posición que sostiene el conseller Carlos Delgado, no hay que aguardar a que pueda reactivarse la política de transferencias cuando vuelvan los tiempos de bonanza económica. No.
Si se ha apostado por el autogobierno, y así lo ampara el propio Estatuto, la correspondiente comisión mixta debería realizar el trabajo preciso para hacer efectiva la transferencia. Tanta demora política es de todo punto inaceptable. Los problemas de dotación económica y la apelación a la crisis no pueden impedir que Menorca siga indefinidamente sin su competencia de promoción turística. Menorca tiene que exigir un pleno reconocimiento de su autogobierno. El debate político sobre la cuantía dineraria de esa competencia clave sí podría posponerse hasta que la economía de las Islas y sobre todo las finanzas de sus instituciones emprendan una clara recuperación. Al negociar el traspaso podría reflejarse expresamente tal condicionante y especificar incluso la pertinente consignación de las cantidades a aportar al Consell menorquín. Carlos Delgado podría proponer una negociación posterior sobre los dineros para su gestión y que obviamente han de proceder del Govern balear. Mas lo que importa hoy es que Menorca, su Consell insular, sea cuanto antes el ente titular de la promoción turística. Con o sin asignación de dinero de modo inmediato.
Insisto: Menorca no debe tolerar más dilaciones en el traspaso de competencias, han transcurrido demasiados lustros desde que se implantara el régimen autonómico y hay que acabar con tantas frustraciones en materia de autonomía. Consell, Parlament y Govern no pueden eludir sus responsabilidades. Menorca no debe atar su presente y su futuro a las proclamas de mero voluntarismo político o a la discrecionalidad del Govern de turno.