En mi anterior escrito ponía en duda que en nuestro actual mundo globalizado las diferencias históricas que separaban las "derechas" de las "izquierdas" pudiesen seguir estando vigentes hoy en todo su esplendor. Con las excepciones cosméticas que puedan maquillar esta afirmación y que satisfacen a unas minorías concretas y enervan al resto de ciudadanos, las acciones de gobierno de ambas opciones políticas siguen unos mismos cauces, sin muchas diferencias, que son las que marca forzosamente la economía globalizada.
Efectivamente, defendía que cual nuevo "Crepúsculo de la ideologías" los márgenes de actuación ideológica se han reducido hasta el punto que las naciones ya sólo necesitan esencialmente buenos gestores. Eso es lo que necesita hoy Grecia y lo mismo Portugal, España, Italia, Bélgica, Dinamarca, etc.
Así, en España, hemos visto cómo un gobierno (supuestamente socialista) ha sido quien ha recortado los mayores derechos sociales a los trabajadores de la misma forma que pronto veremos a la derecha realizando la misma política forzada por la economía global en plena crisis.
En Baleares, la antigua bandera de la honestidad y solidaridad de la izquierda ha saltado por los aires. Todos los perdedores de las anteriores elecciones (hasta un total de siete facciones) se juramentaron para desalojar a los vencedores y poder formar un gobierno asumiendo el mismo fin que tenía la práctica de la piratería marítima: repartirse el botín de las plazas conquistadas. Comprobamos que lo importante era saber quién se quedaba con qué. Hubo luchas fraticidas entre ideologías paralelas para saber quien gestionaría la mayor parte posible del presupuesto público. Se formaron compartimientos estancos con distintos intereses. El nacionalismo más rancio y sectario impuso su ley. Se amamantaron a docenas, a centenares de amigos, de cercanos, de parabólicos políticos, etc. Se crearon docenas de nuevas empresas públicas perfectamente prescindibles con el exclusivo fin de posicionar económicamente a sus acólitos con "estruendosos" sueldos y no para mejorar la gestión. Esos corsarios políticos supieron sacar el mayor rendimiento personal y partidista de la derrota sufrida al convertirla de forma artera en victoria forzada.
El resultado está a la vista más allá de la crisis. En Baleares nos quedamos sin defensas. Desde el fracaso absoluto que muestra la impuesta educación catalanista hasta la dejación de los principales problemas de las islas menores, las islas han ido a la deriva. Toda la acción de gobierno ha sido un inmenso pastel adornado con la guinda de la cereza del fracaso. El pueblo finalmente ha denunciado este estado de cosas en las elecciones del pasado mes de mayo. Las apariencias de progreso (nacionalismo, feminismo, laicismo, ecologismo, etc) han sido puestas en evidencia por la realidad de ese fracaso.
En Menorca también, y por las mismas causas y efectos, hemos sufrido un gobierno no útil para los intereses reales de la isla que nos ha conducido a ocupar la última plaza, a tener los peores resultados económicos de todas las Baleares y casi de España. Es ofensivo para quienes teníamos el orgullo de pertenecer a una tierra que durante décadas se había convertido en una de las plazas con más poder adquisitivo de España. Se ha quebrado la socialización de la riqueza a la menorquina. La han convertida en pobreza. Las erróneas políticas económicas, turísticas, restrictivas, aldeanas, etc. han empobrecido a Menorca. Miles de menorquines han quedado sin trabajo y se vuelven a plantear la emigración como su mejor salida laboral. El otoño se presenta de lo más "entretenido" laboralmente. Los anteriores responsables del Consell Insular primaron políticas para minorías (que eran realmente quienes controlaban el poder en la isla por la genuflexión acomplejada de los socialistas a sus mandatos radicales).
Hemos asistido a un gasto descomunal en infraestructuras políticas, nos hemos asombrado de la lujuria sin fin de los ágapes políticos que incluían sofisticados platos de carpacios de langosta y caros brebajes… todo a costa del trabajador (Una muestra de la solidaridad de la izquierda sin duda). La subvención perpetua a sus acólitos ha sido norma común, etc. Todo eso lo ha hecho, lo ha conseguido, la izquierda. Efectivamente las apariencias engañan. Apariencias y realidades.