Algo más de doce meses con sus días y atardeceres, no con sus noches, por acostarme con las gallinas. Durante el mismo me dediqué a investigar sobre la venida a la isla de la reina Isabel II, con motivo de la inauguración de la fortaleza de La Mola, recibiendo su ilustre nombre.
De aquellas efemérides poco o nada sabíamos y lo poco que se citaba era tan incierto como que sus hijos fueron fruto de su unión con Pepe natillas.
Isabel II jamás se agachó para besar la escalinata de los Griegos, donde más tarde las falúas y lanchones de Transportes Militares dispondrían de los amarres. ¿Cómo se iba agachar para realizar tal gesto, si ni tan siquiera podía calzarse, debiendo ser ayudada constantemente… debido al exceso de peso?
Por ello, por mis ansias de aquel lejano 1860, dediqué 11 artículos, iniciándose el 31 de enero del presente año. Porque soy una chica mayor, huyendo de falsas modestias, quedé satisfecha. Espero poder decir lo mismo dentro de unas semanas con su nieto Alfonso XIII.
Todos sabemos que don Juan Llabrés Bernal sacó a la luz infinidad de datos rescatados de la prensa antigua, trabajo muy loable, pero cuantos nos dedicamos a esta clase de menesteres sabemos, perquè mos hi trobam massa vegades, que ellos también se equivocaron y no es todo cierto al cien por cien, las amarillentas hojas de la prensa se encuentran llenas de inexactitudes. Este es el caso de cuantos han escrito equivocadamente que el Ayuntamiento obsequió a la reina Isabel II con dos falúas, algo que pude comprobar. Invitándoles lean mi escrito titulado "Desmontando la tesis de la falúa de la reina", 28 febrero 2011, no té desperdici.
También me enteré del grave equívoco existente sobre del artífice del mascarón de proa. Una de las cosas que más me satisfizo fue publicar tres fotografías tomadas por mi esposo en los años ochenta en el Museo Marítimo de Madrid del invento de un aparato para maniobra en la arboladura de los buques, de don José Tudurí de la Torre, en gravat, apodo heredado de su padre, en tiempos que aquél hacía las Américas, al regresar afectado de viruela (estas cosas me las explicaba mi padre, al cel sia, diciéndome que el suyo contaba que jamás subía a Mahón, siempre andaba por baixamar).
No es bueno que los articulistas, o historiadores o llamémosle rescatadores del ayer, por simpatía, por hacer la guitza a alguien encumbremos a unos o a otros, decir que los hermanos Tudurí de la Torre fueron admirables, sí, decir que fueron los mejores, no, flaco favor cometeríamos a un gran listado de maestros de ribera, olvidándonos que la falúa no fue lo primordial ni de noves, lo que le dio bombo y platillo fueron ets acabats que desgraciadamente nadie se ha atrevido jamás a resaltar los nombres de quienes los ejecutaron . El buen nombre como mestre d'aixa fue gracias a los Taltavull y a un equipo de artesanos que el van fer borinar, de manera muy especial su esposa doña Maria Femenias Riudavets, al comprobar que en 1860 el maestro andaba muy distraído junto a sus hermanos, especialmente Francisco, polémico personaje menorquín de la vida política y religiosa de aquel lejano Mahón a finales del siglo XIX. Base fundamental de la iglesia evangélica, de lo cual mucho se pondría escribir, y varias logias hasta llegar a la verdad y el fondo del asunto. De no haber entrado en razón, lo hubieran echado de la Nou Pinya, perdiendo el patrimonio alcanzado y su buen nombre.
Después de estas breves pinceladas, añadir que los hermanos Jerónimo, 1808-1881. Miguel … 1881. José 1816-1881. Francisco… Ignoro si las fechas son correctas ya que coincide el fallecimiento de los tres hermanos Tudurí de la Torre. Hijos de Miguel Tudurí Portella 1771… y Maria de la Torre Taltavull.
Casualidades de la vida hicieron que José Tudurí de la Torre se casara con Lucía, mahonesa residente en Argel nacida el 14-2-1816. Su hermana Eulalia Pons Barceló lo hiciera Francisco Tudurí de la Torre en Argel. Tuvieron tres hijos, Francisco, Marcelino y Eulalia.
En cuanto a la cacareada falúa de la Reina, añadir que no era otra cosa que un lanchón de los muchos que se hallaban en nuestro puerto. Todas las armas disponían de una de ellas, venía a ser como las dos de Transportes Militares que tiraban los remolcadores de La Mola. Lo que realzó las mismas fueron los acabados, y que precisamente no los hizo Tudurí de la Torre. Sin aquella multitud de parafernalia, el lanchón hubiera pasado desapercibido.
Si tardaron un año y pico a llevársela a Madrid vía Cartagena, fue debido a que primero el rey consorte prometió regresar a pasar el veraneo aprovechando la embarcación, cosa que no hizo, y segundo, cuando se pusieron en contacto con el departamento de su majestad para mandarles sa barqueta, dieron contestación urgentemente al no saber què havien de fer-ne d'ella, por no disponer de varadero, construyendo uno ex profeso en el Parque del Retiro, pasando a la casa de Campo y Aranjuez. Dijo Bernal que llegó a navegar por el Tajo, mientras articulistas madrileños lo desmintieron, alegando que pasó directamente a la casa de Marinos.
La falúa, bien cortada, realzada, esculpida y adecuadamente amueblada, se encuentra algo descolorida, sus telas riquísimas en su montaje hoy algo apolilladas, tampoco se han salvado del paso del tiempo los remos y los bicheros, los almohadones. Cerca de la embarcación a la que hago referencia, sí se encuentran dos embarcaciones que le regaló a su majestad la ciudad de Cartagena, pero Mahón tan solo construyó una.
Y por el contrario, las dársenas de nuestro puerto construyeron dos falúas para el rey Alfonso XIII. En su visita el mes de abril de 1904. Una se encuentra en el Lazareto, ¿y la segunda?
Debo añadir que cuantos se dedican a recoger historias del ayer, no todo es fiable ni creíble, lamentablemente jo estic ferida. Uno de estos ilustrados citó a mi padre como montador (mecánico), ofició que esgrimió con orgullo hasta el día que salió camino a su Virgen del Carmen. Pero haciendo honor a la verdad, Gori fue mucho más de los motores Joyca, cuando este individuo sabe muy bien que Gregorio Caules Llull fue su inventor. Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. En la prensa ha salido en infinidad de ocasiones cómo y dónde nació el motor marino de 3 y 5 HP. Flaco favor a personajes que sin estudios han sido capaces de ser auténticos ingenieros industriales, como llamó en su día en mi propio hogar Juan Hernández Andreu.
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