La mayoría de periódicos se dieron ayer una alegría. Entre tanta noticia económica negativa, la campaña electoral y las distintas guerras que asolan el planeta, la imagen de la portada fue coincidente: la duquesa de Alba bailando a ritmo de sevillanas tras su boda con Alfonso Díez. La crónica rosa se coló con fuerza en la prensa "seria" sucumbiendo de esta manera a la expectación que había generado el evento. No seré yo quien discuta la decisión y en cierto modo la entiendo. A los periodistas se nos recrimina con harta frecuencia que solamente damos malas noticias y que incluso nos recreamos en ellas. Cuando surge este debate en mi presencia suelo decir que lamentablemente esto es lo que hay y que no es una cuestión de que las desgracias vendan más. Ahí están los ejemplos de los deportes o de las revistas llamadas del corazón. Además creo que no me equivoco al pensar que la mayoría de profesionales preferimos escribir una historia con final feliz, hechos curiosos, divertidos o artículos y entrevistas que sean un ejemplo de que la raza humana no se ha vuelto definitivamente loca. Pero la realidad es tozuda y corren "malos tiempos para la lírica" (como cantaban Golpes bajos).
Hoy los nubarrones vuelven a protagonizar el papel. Y pensándolo bien, si con el baile de doña Cayetana el personal se ha olvidado por un momento de las últimas decisiones del señor Jean Claude Trichet, pues un aplauso para los compañeros gráficos.