En un ejercicio de cinismo extremo, Vicenç Tur ha acusado al equipo de gobierno de Mahón de engañar a los ciudadanos con la modificación del IBI anunciada para el próximo ejercicio. La interpretación ofrecida a los medios de comunicación huye del análisis, se centra en la búsqueda de ejemplos interesados y agita los números con el objetivo de ocultar su propia responsabilidad como auténtico campeón del IBI. El legado socialista, cuya política ha liderado en los últimos años, ha situado Maó entre los municipios españoles con más alta fiscalidad urbana. Esa es la realidad contrastada e incontestable.
La última revisión del catastro se efectuó en 2004 y, como ya se sabe, el incremento derivado de la valoración realizada ese año se distribuye de forma proporcional en diez anualidades sucesivas. El aumento de 2004 fue auténticamente escandaloso, en algunas zonas del municipio la valoración catastral se disparó hasta el 400 por ciento, de forma que hasta el propio gobierno socialista se vio impelido, muy a su pesar, a modificar el tipo de IBI aplicable con el fin de moderar el sablazo fiscal que durante 28 años ha clavado a los contribuyentes de Maó.
Durante la revisión catastral de esa fecha, el ayuntamiento, que por aquel entonces parecía ya eternamente socialista, no opuso resistencia a la Gerencia del Catastro ante paradojas flagrantes como la brutal valoración catastral aprobada para núcleos sin servicios básicos de infraestructura urbana, como Llucmaçanes sin alcantarillado o Sant Antoni sin saneamiento ni abastecimiento de agua. Es más, en 28 años han sido incapaces de realizar tales proyectos, sin que en justa compensación hayan sido bonificados por tal circunstancia. Los ejemplos revisados por Tur suenan a insoportable sarcasmo.
En la tabla de propaganda que los periódicos le han publicado gratuitamente utiliza datos finales posiblemente ciertos pero omitiendo las explicaciones necesarias. En todos los casos elegidos para exhibir incrementos reales –que el equipo de gobierno ya había advertido y reconocido al presentar la modificación– elude detalles significativos. El primero, y más importante, en los ocho años precedentes ese aumento ha sido mucho mayor. Desde 2005, el descenso en el tipo aplicado por los sucesivos gobiernos socialistas –y, en su caso, los partidos amigos– nunca ha sido superior a un 0,03, nunca salvo en 2007, casualmente año electoral.
El cuadro adjunto, exclusivo de datos, muestra la evolución del impuesto desde la última revisión catastral (2004). Es cierto que el programa electoral del PP incluye la congelación del IBI, reafirmamos el compromiso. En 2012 ya implica un descenso de 15.000 euros en la recaudación a los vecinos por este concepto, pero resulta comprensible la imposibilidad de aplicar fórmulas más contundentes el primer año. Vicenç Tur lo sabe, es probable incluso que lo celebre y se jacte de la trampa que supone haber dejado la administración municipal con 8.572.000 euros en 1.600 facturas de deuda a corto plazo a proveedores, 27 millones de deuda a entidades financieras y colmada la capacidad de endeudamiento. Así llega a un silogismo simplista y malintencionado, si no hay recursos no podrán bajar impuestos, si no bajan impuestos incumplen su programa electoral y en consecuencia se les podrá acusar de ampliar recortes y de engañar a sus electores.
No es nuestro estilo, no es nuestra intención recortar prestaciones. Nos molesta la vía de la demagogia emprendida por el jefe de la oposición municipal, quien, por cierto, todavía no ha pedido disculpas a los vecinos de Mahón, a quienes menospreció por no haberle votado.