Los tiempos que corren obligan a prescindir de todo lo que no es necesario. Este es el discurso de la autoridad. Nos hemos pasado en el viaje de ida y ahora el regreso se hace especialmente duro.
Aquí caen las letras, como en todas partes. La práctica del recorte tiene efectos demoledores. Y lo que queda por venir, porque Angela Merkel ya ha dictado sentencia: España está haciendo un gran esfuerzo, pero no es suficiente. Además, hay que salvar a la banca a la que el dinero público deberá ayudar a capitalizar para que alcance una solvencia del 9 por ciento. En Bruselas se hablaba ayer de 100.000 millones de euros. Casi nada. En la Isla, entre las letras a corto plazo se incluye la reducción o incluso la eliminación de las subvenciones a las entidades culturales.
¿Qué pasará si nos quedamos sin música? Si en las escuelas municipales se reducen las plazas; si se elimina algún festival; si no hay ayudas para algún concierto... No nos podemos conformar solo con los números y las letras. La música, en su sentido más amplio, es necesaria y debería respetarse como un servicio básico.
El Govern, mientras aplica el plan de saneamiento en la sanidad y la enseñanza, aprueba que se pague con fondos públicos la atención psicológica al personal que lo necesite. Recortes y visita al psicólogo no tiene una relación de causa-efecto al cien por cien, pero podría ser un factor al alza, sobre todo si va creciendo el modelo de sociedad sin música.