El futuro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desglosó ayer alrededor de cincuenta propuestas concretas para llevar a cabo en 2012, la mayoría de carácter económico. En su discurso más importante hasta ahora, presentó un panorama muy complicado, casi catastrófico, y se refirió a los esfuerzos que la sociedad tendrá que continuar haciendo. Los objetivos a corto plazo son enormes: recortar 16.500 millones de euros para equilibrar los ingresos y los gastos; llevar a cabo con urgencia una reforma laboral que ha de facilitar la empleabilidad de los jóvenes; aplicar el IPC a las pensiones, lo único que va a incrementar el gasto; que el IVA no se pague hasta que la empresa cobre la factura; avanzar en la reestructuración de la banca; reformar el bachillerato y facilitar el bilingüismo o el trilingüismo; y acometer la reforma de la administración. De estos objetivos será importante conocer el detalle para valorar sus consecuencias. El discurso de Mariano Rajoy, que hoy será investido presidente del Gobierno, no fue de cara a la galería, sino que, sin grandes sorpresas, pretendió situar los objetivos para los próximos meses. Se encuentra ante la situación más difícil de las últimas décadas y sabe que las medidas para el cambio real no admiten demoras.
Editorial
Mariano Rajoy, ante los grandes retos del país