La actividad económica en la Isla se desplomó en el último trimestre del año pasado y parece que esta misma tendencia se mantiene. Todos los indicadores de esos tres meses, dados a conocer ayer por el Centre de Recerca Econòmica, no solo confirman que nuestra Isla se consolida en la cola de la economía balear, sino que el estado de atonía es muy preocupante. Entre octubre y diciembre, descendió: un 35 por ciento el tráfico de mercancías; un 5,3 por ciento el número de empresas de alta en la Seguridad Social y un 7,4 el de trabajadores; un 18,5 los proyectos de obra visados; un 37,9 la matriculación de vehículos; la ocupación hotelera fue del 39,3 por un 59,2 por ciento en Mallorca. Es verdad que la caída de actividad en el cuarto trimestre es general, no solo en Balears , sino en España y en buena parte de los países europeos. Esta situación ya ha tenido efectos negativos sobre la estabilidad de los puestos de trabajo.
Las administraciones siguen obsesionadas con el control del déficit y suspenden inversiones y servicios por la falta de liquidez. Los fondos que el BCE subasta entre los bancos no llegan a la economía real para la financiación. La atonía se prolonga, a la espera de una temporada turística que cada vez se descubre más importante.