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Ejemplo islandés

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Islandia está dando una lección de credibilidad, pero sobre todo de responsabilidad ante hechos tan graves como son el que, por culpa de unos pocos, se arruine un país, al juzgar al anterior jefe de Gobierno, y el motivo es para que más de uno, se tiente la ropa, pues se trata de juzgar su gestión de la crisis.

Hace algo más de 100 años, los islandeses crearon la Corte de Landsdomur con el fin de juzgar a futuros miembros del Gobierno islandés, que presuntamente cometieran algún delito. Hasta el presente, la susodicha corte ha permanecido inane, o sea, sin entrenarse, pero, el lunes 5 de marzo se estrenó por fin, teniendo como acusado ante el Alto Tribunal al ex primer ministro conservador Sr. Geir H. Haarde, acusado de negligencia en el manejo de la cuestión financiera, que en el año 2008, sumió a los islandeses en un proceloso agujero negro, con una crisis de tal magnitud, que ningún habitante de Islandia acertaba a imaginar siquiera cómo había podido suceder tal cosa, en un país de algo más de 331.000 habitantes, es decir, menos que las poblaciones madrileñas de Alcalá y Getafe juntas, pongo por caso.

Una de las cosas que se dio prisa en decir el lunes día 5 nada más empezar su juicio el Sr. Haarde, fue que él y el gobierno que presidía no tenía manera para poder saber que los bancos islandeses estaban descapitalizados ¡Pues hijo mío! Vaya primer ministro y vaya Gobierno, que ignoraban el estado de las arcas de los bancos de su país, que en Islandia no son ni media docena. Además, como más tarde diré, sí sabían cómo estaban los bancos, lo que pasa, es que hicieron de la situación "mangas y capirotes".

El ex primer ministro no es el único imputado, de hecho hay ya un condenado: Baldur Gudlaufsson, exsecretario permanente del ministro de Finanzas, que dense cuenta lo espabilado que estaba el tío para defender lo suyo, ya que unos 15 días antes del gran escándalo de la banca islandesa, le endilgó a alguien 1,2 millones de euros que tenía depositados en el Landsbanki; curiosamente uno de los bancos que ahora, los que se la cogen con papel de fumar, llaman tóxico, por no querer decir las cosas por su verdadero nombre.

Para quien quiera saberlo, los grandes bancos de Islandia son: el Landsbanki, el Kaupthing, el Glitnir y el Haarder. Los tres primeros se vinieron abajo en el mes de octubre de 2008; tres meses más tarde, en enero de 2009, le seguiría el Haarden.

En el año 2006, el jefe del Gobierno y su equipo, ya sabían que los bancos islandeses se movían por un terreno de cristal quebradizo. Pudieron y debieron haber tomado medidas, pero como dijo aquél, este gobierno parecía tener también dos cajas: una con la documentación de las cosas que ya irá arreglando el tiempo y la otra con las cosas que el tiempo ya había más o menos arreglado.

Llamo su atención para que se fijen en cuál no sería la desidia de aquel ejecutivo, cuando la deuda por la quiebra de los tres primeros bancos que quebraron en 2008, era diez veces mayor que la economía de Islandia. Semejante desastre de gestión bancaria y gubernamental, trajo como consecuencia inmediata la suspensión de pagos con la deuda exterior, la moneda se les desplomó, unos recortes sociales tremendos, y todo esto dio como colofón un número de parados que no se conocía en Islandia desde hacía muchísimos años. Tres ministros fueron acusados de aquella situación.

El actual ministro de Economía manifestaba al diario "El País", que "vamos a ver en el próximo año como más y más casos llegan a los Tribunales".

Mientras tanto, éstas son las horas que por parte de otros países a Islandia no le han salido imitadores que no hayan sido los que, como ellos, han aumentado la lista de parados, han recortado el bienestar social a mansalva. En eso sí, en eso a algunos gobiernos les ha faltado tiempo, dándose buena maña, sin que por el contrario, no solo haya un solo imputado, es que ni siquiera se ha barajado un solo nombre que presuntamente haya tenido algo que ver con los cinco millones de parados. Una situación económica y social lamentable. Aquí nadie, absolutamente nadie, es culpable de que estemos como estamos, y estamos con la espada de Damocles encima de poder ser intervenidos. Aquí solo hay una cosa clara, la patronal tiene lo que ni siquiera soñó en tener. Mientras tanto, a cuenta de los parados, asalariados y pensionistas, toda suerte de sacrificios para salir de la crisis.

Ahora mismo me acuerdo que un servidor cuando hizo la mili, mandó un sargento que diéramos de cal a todos los edificios de una batería de costa. Cuando al cabo de bastantes días, aquellos edificios estuvieron encalados, el sargento llamó al capitán y le dijo: ¡mi capitán, ya he encalado la batería! Y les prometo a ustedes que el tío no había dado un solo brochazo. No sé porqué me ha venido ahora esta historia a la memoria.

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