Estando en otoño del 69 en Londres, una tarde me desplacé desde Wimbledon donde me hospedaba hasta el centro de la ciudad para acudir a un concierto que se celebraba en el "London School of Economics". En aquel colegio, uno de los centros universitarios ingleses más reputados del mundo, tocaba el gran Muddy Waters, el padre del blues eléctrico. Comenzó su actuación con mucho retraso ante la desesperación de la audiencia.
Recuerdo el magnífico traje que vestía. Un traje típico de negros de una cierta posición.
Sí, uno de aquellos trajes que acaso solo puedas comprar en las tienda de Harlem, N.Y.C.
(al lado mismo del Teatro Apolo hay un almacén con todas esas vestimentas, incluidos los llamativos zapatos, que hemos visto mil veces en las películas). Son trajes que identifican a una raza.
Pero ¿qué hizo Muddy Waters por todos nosotros, los jóvenes de aquella época? Pues "subió" el blues del Missisipi a Chicago y lo electrificó. Le puso las pilas. Del lirismo básico y rural de Robert Johnson a la composición y reproducción eléctrica. De los lamentos de las plantaciones de algodón del sur a las cadenas industriales de montaje del norte. De los sonidos acústicos del Delta al "slide" electrificado del South East Side de la ciudad de Al Capone. Aquello cambió una música juvenil que después fue el denominador común de varias generaciones.
En el Londres de principios de los sesenta muchos jóvenes se habían hartado del jazz tradicional y el rock and roll de Elvis ya no era novedad. El "establishment" británico ya había engullido y domesticado aquellos tipos de músicas y los nuevos "angry young men" necesitaban expresarse con otros sonidos más acordes con su nueva rebeldía. Y acudieron al Blues. Al "blues" de Chicago.
La cuna, el ojo del huracán que expandió sus efectos e influencias por todo el mundo fue un pequeño sótano, un club húmedo y destartalado, el Ealing Jazz Club, en el sur de Londres. Allí, Cyril Davies y Alexis Korner impartían R&B entre los jóvenes que iban a escucharles. Eran una especie de secta. Entre éstos había numerosos "teenagers" que más tarde formarían las más grandes bandas de rock del mundo mundial. Por allí pasaron tipos como Pete Townsend y Keith Moon (The Who), Rod Stewart, Mick Jagger, Keith Richards, Paul Jones, etc. De aquel pequeño sótano salió la determinación de muchos de ellos por querer formar sus propios grupos. Así nació el denominado "blues británico" que después derivaría en rock urbano e invadiría los cinco continentes.
Sus máximos representantes fueron los Rolling Stones que en sus inicios eran unos puristas del blues eléctrico. Sus ídolos eran el mismo Muddy Waters (cogieron su nombre de uno de sus blues más cadenciosos, "rollin' stone"), Howling Wolf, Willie Dixon, John Lee Hooker, etc. Los conducía Brian Jones (un fanático de Elmore James) que se convirtió en el primer líder de la banda. A partir de finales del 61 comenzaron a actuar en varios locales y siempre bajo diversas formaciones. Con ellos tocó Mick Avory quien luego sería famoso batería de Los Kinks, Dick Taylor, posterior fundador de los Pretty Things, etc. La formación definitiva inicial no se formó hasta el 63 e incluía al pianista Ian Stewart.
A partir de aquel año comenzó realmente la carrera hacia la fama mundial. Su imagen era opuesta a la de los Beatles. Dice Andrew Loog Oldham (descubridor y manager del grupo en los sesenta) "Si te gustaban los Beatles eso explicaba quien eras. Y si te gustaban los Stones estabas dando una advertencia al mundo". Los Stones eran rotundos, diferentes y arrasaban la imagen puritana (¿dejaría un padre que su hija saliese con alguno de ellos? "Of course not") de otros grupos. Aquello fue el comienzo de una exitosa carrera que puso acompañamiento musical a varias generaciones que se han venido identificando con ellos. Los Stones han levantado auténticas pasiones y han sido referentes para muchos durante muchos años.
Sus primeras actuaciones en el Olympia de París y sus primeros tours americanos asentaron su imagen rebelde e informal y su éxito internacional. La primera vez que actuaron en España fue en Barcelona (en la Monumental) en junio del 76. Once mil aficionados asistimos a aquel concierto mítico e imborrable. La banda cumple ahora cincuenta años. Toda una vida. Quienes no nos cansamos de su música, quienes les agradecemos tantas cosas, tantos momentos…. quienes les amamos, no renunciamos a que pronto podamos volver a verlos. "God save the Stones".