En la sección de este diario "Sorprende y no sorprende", me ha llamado la atención que haya personas que opinen que, regalar "avarques" y un "formatge", es dar una imagen "provinciana" de Menorca. El comentario está clarísimo que deriva de los obsequios que recibió el psiquiatra Rojas Marcos al final de su majestuosa intervención en el Teatre Principal. Partiendo del respeto que me merece cualquier opinión, pienso que ese par de obsequios (imagino que hubo otros), no son más que una sencilla pero arraigada imagen de lo que podríamos calificar "sello de nuestra identidad". Hay muchos más y variados sellos, es cierto, pero esos dos lo son por méritos propios, dos líneas de nuestra más popular artesanía isleña. Yo no tengo inconveniente alguno en aceptar el que podamos dar una imagen provinciana. Me siento orgulloso de formar parte de ese minúsculo entramado que es mi tierra y desearía con toda mi alma que el concepto provinciano y de pueblo, con el que se nos ve desde otras latitudes, no desaparezca jamás. Otra cosa es que vayamos evolucionando, pero siempre no olvidándonos de qué somos y dónde estamos. Créanme, señores sorprendidos, que esa imagen provinciana o de pueblo que podamos dar es nuestro mejor sello de garantía, porque, el día en que nuestros visitantes dejen de huir de su alocado entorno y ya no encuentren un lugar de paz y sosiego como el que aquí se disfruta, y pasemos a ser una ridícula copia en miniatura de lo que a ellos les sobra, habremos perdido nuestra más pura razón de ser, nuestra más sagrada identidad.
En pocas palabras
Sorprendentemente sorprendido
Jesús Jusué |