5 de agosto de 2012. Lo de haber nacido en Menorca debe influenciar nuestro subconsciente de alguna manera profunda porque de pronto me doy cuenta que todas las vacaciones las suelo pasar en islas. Este verano, la primera parte de las vacaciones fue en la isla Anastasia, junto a San Agustín, ahora, la segunda parte es en la isla de Jekyll en la costa del estado de Georgia.
La isla de Jekyll, es una isla muy pequeña que casi no se ve en los mapas normales. Según las enciclopedias, la isla fue descubierta por los españoles y bautizada por los ingleses en honor a un noble de su país, Sir Joseph Jekyll. Uno se pregunta que hacían los indígenas que estaban aquí más de mil años antes de la llegada de los europeos que ni descubrieron ni bautizaron la isla. Lástima que no se les pueda preguntar, ya no queda ninguno.
Una vez pasó a EEUU, la isla fue primero transformada en plantación, lo que le da bastante del carácter presente, y luego pasó a ser un club de veraneo de los banqueros de Nueva York, J. P Morgan y los Rockefeller eran de los habituales veraneantes al final del siglo XIX. El club lo regentaba Henry B. Hyde, el llamado zar de Jekyll. A principios del siglo XX, el club quebró y la isla pasó al estado de Georgia que la hizo Parque del Estado. Gracias a esto, la isla sigue siendo un lugar delicioso para veranear.
De esas reuniones de banqueros y políticos nació la idea de la Reserva Federal, el equivalente aquí al BCE, a la que se ha llamado la criatura o el monstruo de la isla de Jekyll. Ni aquí, lejos de todos los centros de actividad comercial puede uno olvidarse del BCE.
En la isla hay pocos hoteles y apartamentos, todas las casas son de uno o dos pisos y así la isla mantiene su carácter. La belleza está en la combinación del mar y sus majestuosos robles. Estos robles, el quercus virginiana, muchos de más de un siglo, son de un aspecto majestuoso y una belleza increíble. La especie es originaria del sur de EEUU. He incluido la foto de uno de ellos.
La belleza de estos árboles está complementada por esas plantas trepadoras que cuelgan de ellos, como cabelleras grises. Se las conoce con el nombre de musgo español, único recuerdo de los españoles por esta parte del país, pero no es un musgo, es una planta que florece. Estos colgajos dan un carácter gótico y misterioso a las plantaciones, es parte del habiente decadente que nos han transmitido películas como "Lo que el viento se llevó".
Algunas de las plantaciones del Sur se han transformado en semi hoteles para que el turista pueda disfrutar de este ambiente sureño. Es una forma de turismo rural. Las habitaciones para los visitantes se suelen construir en lo que eran antes las habitaciones de los esclavos. Se consigue con ello un doble objetivo, albergar a los turistas y eliminar esos recuerdos desagradables que se asocian con las plantaciones. Así reconstruimos constantemente la realidad a nuestro gusto presente.
Pero volviendo a Jekyll sus playas son una maravilla, aunque hay que estar al tanto de las mareas ya que a veces te puedes quedar sin playa. Hay una gran variedad de moluscos y muchos de ellos los encuentras en las arenas de las mismas playas. Caracolas como el Knobbed Wehlk (Busicon carica) o el Lightning Wehlk (Busicon contrarium) abunda en la arena y es fácil encontrar ejemplares de más de 15 cm. de largo, y hay una gran variedad de caracolas de menor tamaño. No hay que decir que toda clase de moluscos bivalvos también están en estas aguas.
También encuentras fácilmente los extraños "horseshoe crabs" (Limulus Polyphemus) realmente fósiles vivientes. Siempre es divertido encontrar uno y poder mostrar a los nietos las acrobacias que pueden hacer estos falsos cangrejos con ayuda de su cola. Es toda una experiencia el nadar en esas aguas e ir identificando especies.
La isla de Jekyll es un lugar ideal para veranear, y si el nombre tiene sugerencias literarias, no es de extrañar, Robert Louis Stevenson era amigo de un descendiente de Sir Joseph Jekyll y escogió su nombre para el personaje central de su famosa novela.