Menorca tendrá que vender algo para que su economía remonte. ¿Qué es lo más apetecible para posibles compradores? El paisaje. Personas de alto poder adquisitivo estarían dispuestas a adquirir un pedazo de paraíso para uso particular. Esa posibilidad no es desdeñable, de entrada. No es fácil calcular la repercusión económica de este tipo de turismo residencial, que en Mallorca ha sido un producto histórico con resultados evidentes. Aquí, la conservación se ha considerado un éxito histórico, por eso se dispone de un patrimonio de gran valor que en ningún caso puede venderse a precio de saldo. Lo que realmente importa es que sirva para crear actividad económica sin mermar el patrimonio natural.
Llucalari, por ejemplo. Si se trata de vender quince parcelas para construir chalets de lujo y que el promotor consiga un enorme beneficio por el paisaje excepcional del emplazamiento, creo que interesa poco o nada. Si el proyecto consiste en impulsar una actividad turística, con un hotel original, que resulte atractivo para los visitantes y al mismo tiempo se favorece una oferta residencial de lujo, puede ser muy interesante. Por la imagen turística, por el empleo, por la distribución de la riqueza. La diferencia entre especular con el territorio e invertir en una actividad que impulse la economía sigue siendo válida. Que no nos vendan una moto, con campaña de publicidad incluida.