La última encuesta de Demoscopia, publicada este domingo en un diario nacional, es un claro desmentido a las tesis del Gobierno sobre una mayoría silenciosa que confía en la recuperación del país y no se apunta a las movilizaciones callejeras contra los recortes. En dicho sondeo se detecta a un 77 por ciento de ciudadanos que comparten los motivos de quienes participaron recientemente en el asedio al Congreso de los Diputados, aunque no se sumaran físicamente al movimiento del 25-S.
Si conjugamos la constatación anterior con el hecho de que la campaña electoral en Galicia y el País Vasco acaba de comenzar con más pena que gloria, por la escasa asistencia a los mítines del pasado fin de semana, podemos llegar a inquietantes conclusiones. Por ejemplo, que tenemos una ciudadanía cada vez más decepcionada con la clase política, que el incumplimiento de los programas es ya un lugar común y que los procesos electorales sólo interesan a los candidatos. El síndrome del desaliento con nuestros políticos se presenta más acusado cuando en paralelo crece el pesimismo respecto a la salida de la crisis económica y se multiplican los impactos negativos de la imagen de España en los medios internacionales. Lo último es ese demoledor artículo de "The Economist" que coloca a nuestro país en una "espiral de muerte" y "caos" debida al malestar social por los recortes y los sacrificios desigualmente repartidos.
En esas circunstancias, con todas las luces rojas encendidas en la cabina del piloto, los españoles no estamos mirando a la clase política como la barca salvadora en medio del naufragio.
Esas marchas de protesta son las que conforman la realidad denunciada por Rajoy como la causa de sus males. Ya, pero es el caso es que la gente prefiere expresar su malestar en la calle que buscar la solución en las urnas donde se invita a elegir entre lo malo y lo peor. El líder del principal partido de la oposición, Rubalcaba, ha detectado el fenómeno y por eso sus llamamientos a llenar la calle se repiten más que sus llamamientos a llenar las urnas. No sé si las soluciones vendrán más de la calle que de las urnas, o al revés, pero el Gobierno debería tomar nota de que los acontecimientos han rebatido sus tesis sobre la mayoría silenciosa que en el fondo le apoya y no acude a las manifestaciones. Y también han rebatido el diagnóstico de Moncloa sobre el carácter violento de unas manifestaciones adecuadamente reprimidas por los cuerpos policiales. No es eso lo que piensan los ciudadanos a la vista del mencionado sondeo de Demoscopia.